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sexta-feira, 12 de agosto de 2011

Psicologia de la Adoctrinación

Por José Herculano Pires

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El adoctrinador debe leer y releer, con atención y persistencia la Escala Espirita (Libro de los Espíritus) para informarse bien de los tipos de espíritus con los que va a enfrentarse en las sesiones. La escala nos ofrece un cuadro psicológico de la evolución espiritual, que podemos también aplicar a los encarnados. En el trato con los espíritus el conocimiento de ese cuadro facilita enormemente la adoctrinación. Los espíritus inferiores usan generalmente artimañas para eludirnos y se divierten cuando lo consiguen, perjudicándose a sí mismos y nos hacen perder el tiempo. Hemos de encararlos siempre como necesitados y tratarlos con el deseo real de socorrerlos. Más precisamos de psicología para conseguir ayudarlos. La tipología que la Escala nos ofrece es de gran valía en ese sentido. Por otro lado, la lectura de los casos de adoctrinación relatados por Kardec en la Revista Espirita nos ofrece ejemplos valiosos de cómo podemos conducirlos, auxiliados por los espíritus protectores de la sesión, para obtener buenos resultados.

La práctica de la adoctrinación es un arte en el que el buen adoctrinador va mejorándose en la medida en la que se esfuerza para dominarla. Se engañan los que piensan que basta decir a los espíritus que ellos ya murieron para sensibilizarlos. No basta, tampoco, citarles trechos evangélicos o hacerles orar repitiendo nuestra oración. Es importante también explicarles que se encuentran en una situación peligrosa, amenazados por los espíritus malhechores que pueden dominarlos y someterlos a sus caprichos. La amenaza de la pérdida de su libertad los amedranta y los lleva generalmente a buscar mejor la comprensión de la situación en la que se encuentran. Más no se debe hablar de eso en tono de amenaza y sin una explicación pura y simple. Muchos de ellos ya están dominados por espíritus malvados, sirviéndoles de instrumentos más o menos inconscientes. El médium que recibe a la entidad siente sus vibraciones, percibe su estado y puede ayudar al adoctrinador, procurando absorber sus enseñanzas. A través de la comprensión del médium el espíritu sufridor u obsesor es más fácilmente tocado en su interior y despierta para una visión más real de su propia situación, el Adoctrinador y el médium forman un conjunto que, cuando está bien articulado, actúa de manera eficiente para la entidad.

El adoctrinador debe tener siempre en mente todo ese cuadro, para actuar de acuerdo con las posibilidades ofrecidas por la comunicación del espíritu. Con los Espíritus rebeldes, viciados en la práctica del mal, solo la triple conjugación de la autoridad moral del adoctrinador, del médium y del espíritu protector podrá dar resultados positivos y casi siempre inmediatos. Si el médium o el adoctrinador no dispusiera de esa autoridad, el espíritu, se apegará a la debilidad de uno de ellos o de ambos para insistir en sus intenciones inferiores. Por eso Kardec acentúa la importancia de la moralidad en la relación con los espíritus. Esa moralidad, como ya dijimos, no es formal, más si substancial, proviene de las intenciones y de los actos morales de los practicantes de las sesiones, no apenas en las sesiones, más si en todos los aspectos de sus vidas.

Los espíritus sufridores son más fácilmente adoctrinados, pues la propia situación en la que se encuentran favorece la adoctrinación. Si mucho erraron en la vida terrena, permaneciendo por eso en situación inferior, el hecho de no entregarse a la obsesión después de la muerte ya muestra que están dispuestos a regenerarse. Solo la practica abnegada de la adoctrinación, con el deseo profundo a los que lo necesitan, dará al médium y al adoctrinador la sensibilidad necesaria para distinguir rápidamente el tipo de espíritu con el que se enfrentan. El adoctrinador intuitivo mejora rápidamente su intuición, pudiendo percibir, después del primer contacto, la condición del espíritu comunicante. La psicología de la adoctrinación no tiene reglas específicas, dependiendo más de la sensibilidad del adoctrinador, que deberá desenvolverla en la práctica constante y regular. Aun mismo que el adoctrinador sea vidente, no debe confiar apenas en lo que ve, pues hay espíritus malos inteligentes que pueden simular apariencias engañosas, que la percepción psicológica apurada en la práctica fácilmente descubrirá. No es preciso ser psicólogo para adoctrinar con eficiencia, más si es indispensable conocer la Escala Espirita, que nos da el conocimiento básico indispensable.

Fonte: http://www.espirito.org.br/portal/publicacoes/herculano/opd-21.html

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