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quarta-feira, 22 de dezembro de 2010

Navidad - Fiesta Real de Jesús

Por Suely Caldas Schubert / Carlos Augusto Abranches

¡Feliz Navidad! La Navidad se aproxima. Antes de tiempo las vitrinas infestadas invitan a las personas a acordarse de la época de los presentes.

En esta fase aguda de crisis es preciso recordar más vivamente que el tiempo de la Navidad está llegando y es necesario probar a los parientes y amigos que pensamos en ellos.

¡Feliz Navidad! Para muchos, esta pequeña frase no se realiza tan fácilmente como es pronunciada.

Rodeados de presentes, ante las delicias, el ser humano no es feliz.

En ella, ve una emoción incompleta, como si algo o alguien estuviesen faltando.

Allá fuera, en otras casas donde la luz escasea y la mesa es pobre también se oye: ¡Feliz navidad!

Aquí y allá para Noche Feliz parece no significar casi cualquier cosa, excepto la extraña paradoja de tener que fingir felicidad porque así es establecido. ¿Al final que se está conmemorando? Un reportero, en ajetreada avenida, preguntando a los transeúntes, que salen de las lonjas con paquetes y bolsas, lo que se conmemora el día 25 de diciembre, posiblemente obtuviese variadas respuestas entre estas quizás alguien recordase decir que es el día del nacimiento de Jesús.

Más, por más que se procure en el cumpleaños, El no es encontrado.

No hay ninguna señal en las calles y tiendas.

La exacta comprensión de la Navidad sugiere una averiguación histórica cuando data del nacimiento de Jesús. Los pesquisidores no son unánimes en afirmar que ocurrió en diciembre, porque, en la historia del Cristianismo primitivo, los primeros cristianos no tenían el hábito de celebrar la Navidad, por considerar la conmemoración una costumbre pagana.

Las primeras observaciones acerca del nacimiento aparecen alrededor del año 200. 0 día 25 de diciembre fue mencionado en 336, lo que no impedía que en otras fechas también ocurriesen los festejos, como, por ejemplo, en el día 06 de enero, hasta hoy es mantenido por las iglesias ortodoxas Orientales.

Con el pasar de los siglos, la Navidad fue dejando de ser una fiesta de cuño religioso y pasó a aganar nuevos contornos, originarios de culturas anteriores al Cristianismo. En Inglaterra, durante la Edad Media, la Navidad se transformó en el día más alegre del año, más como ese estado del alma no era muy compatible con el “espíritu sombrío” de la época, los puritanos que encaraban la fiesta como pagana la prohibieron en el país.

En el occidente, la celebración de la Navidad, anteriormente ligada al nacimiento de Jesús, al poco tiempo fue modificada. La figura del Papa Noel, el buen viejito, se tornó un atractivo mayor para los niños, luego también para los adultos. Las fiestas navideñas asumieron un carácter notadamente comercial, donde se estimula el consumismo desenfrenado bajo el pretexto de que esta es época de regalar a los parientes y amigos.

Con todo eso, Jesús fue siendo gradualmente sustituido, de motivo central de la festividad a elemento secundario en la preferencia popular, que resolvió homenajear a otros ídolos.

El sin embargo, dijo con convicción – “En la casa de mi padre hay muchas moradas. Si así no fuese, yo os lo habría dicho. “Voy a prepararos un lugar”. Al hacer tal afirmación, Cristo garantizo que hay un lugar para todos, que a Él cabe preparar.

¿Más, y El? ¿Qué lugar ocupa en el mundo actual? ¿Será un lugar específico? ¿En una escala de valores, está en primer lugar? La civilización occidental rotulada como cristiana, todavía, es muy difícil encontrarnos al Cristo en el Cristianismo presente. Parece que los hombres lo desterraron, sustituyéndolos por otros modelos de héroes, que en verdad, no expresan ninguno de los valores cristianos.

Se dan culto a ídolos que sobresalen por la fuerza de sus músculos, por la facilidad en mantener a gran número de personas, por las conquistas amorosas, por la donación deliberada de extravagantes actitudes eróticas para la venta a milenaria de discos y libros.

Lejos está el modelo de héroe cristiano, que trae a la memoria las figuras de Gandhi, Albert Schweitzer, Madre Teresa de Calcuta y algunos pocos más.

Por eso la Navidad se distancia cada vez más de su real significado. El anfitrión, por cierto, no le importaría de ser presentado. Un día una mujer pecadora le rindió homenaje perfumando Sus pies con esencia de Nardo, el Maestro acepto la ofrenda porque sabía de la actitud que la impulsaba. ¡Sin embargo, hasta qué punto este gesto de humildad, respeto y amor a la comercialización desenfrenada ocurre en nuestros días!¿Donde está Jesús en esta Navidad? El nos prepara el lugar. ¿Y qué lugar le damos nosotros en nuestra vida? En el momento que nuestra cultura conmemora esta fecha, vale la pena guardar en la memoria y en el pensamiento una certeza: esa región, que el Maestro prepara para nosotros, comienza en el terreno del corazón, y solo con mucho trabajo y comprometimiento con el amor genuino es que ampliamos los horizontes seguros de nuestra paz.

Esto equivale a decir que el hombre reconocerá, entonces, el lugar de Cristo como el legítimo Gobernador espiritual de la Tierra.

En verdad, la Navidad no significa solamente el nacimiento de Jesús, en un día especifico, antes de las fechas del mundo, sino también el nacimiento de Cristo en la conciencia renovada del Hombre Integral, en cualquier día, a cualquier hora.

Y con esa visión Carmen Cinira traduce, en poesía, la fiesta real de Jesús:

“Navidad!... El mundo es todo un hogar festivo…

Claros campanadas vibran en el aire en bando…

Y Jesús continua procurando….

El humilde pesebre de amor vivo.

¡Navidad! Es la Divina Redención…

Regocíjate y canta, renovado,

Más no niegues al Maestro despreciado.

Instálalo en el propio corazón.

Traducido por Mercedes Cruz.

Revista O Reformador Ano 110, Diciembre, 1992, Nº 1965.

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