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terça-feira, 21 de fevereiro de 2012

Educación Y Felicidad

Por Maria Ribeiro

Muchos podrán cuestionar cual es la relación entre la educación y la felicidad, ya que cada uno de esos conceptos  tiene su definición propia, no habiendo ningún vínculo, aparentemente  ni aun mismo indirectamente, entre ambos. Para realizar  la asociación entre  educación y felicidad, es preciso conocer ante todo, tales definiciones, según lo considera el diccionario*. Por tanto, educación  es la acción de desenvolver las facultades psíquicas, intelectuales y morales; conocimiento y prácticas de los hábitos sociales; buenas maneras. Y felicidad es el estado de quien es feliz; ventura; bienestar; alegría.

El mundo ofrece muchas formas de adquirirse tanto una como otra, bien como formas, aunque sutiles, para que ambas interactúen a través de las acciones humanas.

La experiencia  hace demostraciones inequívocas   de cuanto la educación es necesaria para conquistar la felicidad, y aun mismo  que  la educación representa una adquisición individual tanto como la propia felicidad. En otras palabras: educación es conquista y felicidad  es consecuencia, ni conquista, ni privilegio.

Bajo esta concepción, se entiende porque la reencarnación es ley divina indispensable para la evolución humana-espiritual. Sin la reglamentación  de valores cristianos, jamás se experimentará la felicidad en su legítima versión. Ya antes de Cristo, la Filosofía intentaba conducir  al hombre para una reflexión profunda, para pensamientos más maduros sobre la vida, sobre la muerte, sobre un Ser Superior, culminando en una visión introspectiva. El hombre volviendo a mirar para si mismo en su interior, pasa a comprender mejor lo que pasa a su alrededor, cual es su destino, el porque de los sinsabores, de las desgracias, cual es su papel  ante todo esto. Comprende su inferioridad y la necesidad de educarse, viendo que la felicidad real es incompatible  con sentimientos de egoísmo y de todos los que de este se originan.

¿En un mundo como la Tierra, donde el crimen en todos sus matices ruge sin cesar, puede haber un único individuo realmente feliz? Se puede decir que apenas los hombres en los cuales habitan Espíritus más adelantados gozan de tal sentimiento. Estos se encuentran en un estado más avanzado de educación espiritual a través de las experiencias reencarnatorios que supieron aprovechar bien. Más en estos no se ve la risa descarada, ni la alegría ruidosa, ni señal de excitación, porque estas características  son de la felicidad egoísta, insana, irreflexiva o inconsciente. Al contrario, traen la serenidad en la mirada, la dulzura en la descripción de la sonrisa que es siempre verdadera, los gestos  y las palabras invariablemente  mencionan el auxilio, la cortesía  o la gratitud.

Más no fue siempre así. Educación es un proceso. Proceso es una cosa  que no acontece de repente, más si paulatinamente y metodológicamente.

De acuerdo  con necesidades especificas, se reencarna con esta o aquella característica física, en esta o aquella familia o clase social, también como la localidad y otros factores son determinados para que faciliten la jornada del que reencarna. Mas estas facilidades lejos está de significar   languidez o privilegios. Educación espiritual es la educación del espíritu, que  se allá en estado de inmadurez. Repitiendo Pablo:cuando yo era niño, , hablaba como un niño, discurría como un niño,  más luego llegue a ser hombre, deje las cosas de niño. Es la inmadurez espiritual que impele al hombre a prácticas odiosas, más, o hacer referencia a un eufemismo - prácticas de los niños. Es  por desconocer el bien por lo que el hombre  hace el mal; es por ignorar la Verdad que el hombre vive en el error; es por desconocer la luz  que disipa las tinieblas. Más el mal, el error  y las tinieblas no son su esencia, más el hombre aun no descubrió eso. cuando, “llegará a ser hombre”, o sea,  cuando creciera  espiritualmente a través de la educación, que nada más es la encarnación bien aprovechada, dejará de practicar tales infantilidades, que  hoy aun son juzgadas como barbaridades, perversidades, crueldades…

Muchos hermanos entre nosotros experimentan  tal estado evolutivo, sacando el sosiego donde toda una sociedad que asiste atónita, a escenas horribles todos los días. Hay los que quieren perseverar en el mal, que se sirven de la inteligencia adquirida para corromper y engañar,; más  hay los que posiblemente se encuentran en un estado moral-intelectual muy atrasado, tiene pocas experiencias  en sociedades civilizadas. (OLE** - 102) Las leyes penalizan , aunque absurdamente, en vez de emprender para estos compañeros formulas educativas, en este caso, más allá,  formulas de reeducación. Se habla de la pena de muerte en Brasil, más ya tenemos una pena de muerte, aunque velada, en casos específicos, lo que muestra la hipocresía de nuestra sociedad, de nuestras autoridades policiales. El ciudadano común en estado de euforia desea el linchamiento del infractor; en casos que ganan notoriedad el tema vuelve a un primer plano  como solución para el problema. Es así que la sociedad civilizada auxilia  a estos hermanos que ignoran el bien, reforzando en ellos  el sentimiento de agresividad, de venganza, de más violencia. La solución para el problema tal vez esté en la percepción de que aun  no fueron vencidos los sentimientos menos dignos, animalizados y degradantes aun mismos entre los civilizados, cuyos sentimientos se encuentran en proceso de mejoramiento.

Un ser debidamente educado para la Vida en ningun momento deseará el mal, aun mismo para aquel que es juzgado como el peor de los criminales. Se ha olvidado que estos también tienen madres que lloran por sus destinos malogrados; se ha  hostilizado la idea de que estos  comparten la misma paternidad Divina.

Se testimonia, principalmente en épocas de festejos,  una felicidad  alocada y casi primitiva, descomprometida, evidentemente  de la situación del semejante: cada buscando la forma de ser feliz. Así, queda olvidado que es imposible encontrar la felicidad solo, porque esta es un tesoro que pertenece a todos; ser feliz solo es impracticable, cuando se trata de la legítima felicidad cristiana. y solamente el hombre espiritualmente educado será capaz de descubrir la importancia del  prójimo en su vida, y pasará a valorizar la vida y la naturaleza  que lo rodea, sintiendo en todo una sensación indeleble de felicidad.

* Diccionário Aurélio

Tradução: Mercedes Cruz

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