Por Mercedes Cruz
No puede existir Satán y el infierno con penas eternas porque sería poner en duda la Justicia Divina. Dios es Amor, Bondad y Tolerancia. Es imposible imaginar a Dios condenando a uno de sus hijos descarriado, a un sufrimiento eterno.
Aquí en la Tierra, el dolor lo encontramos en todas partes,. No es necesario salir de este mundo para encontrar después de la muerte, los sufrimientos apropiados a las faltas y condiciones expiatorias de los culpables.
¿Por qué crear un infierno en regiones imaginarias? El infierno está aquí y es una creación nuestra.
El destino de los habitantes de este planeta, es bastante doloroso, pero no pueden existir males eternos; existen sólo males temporales, apropiados a las necesidades de la ley del progreso, de la evolución y de las compensaciones , que es una ley universal cumplimentada con el principio de la ley de las reencarnaciones sucesivas; y así se cumple la justicia divina.
En el curso de las nuevas y penosas existencias, es cuando el culpable se redime de sus faltas pasadas. La ley de las consecuencias traza para cada uno de nosotros el destino que debemos seguir, según las acciones buenas o malas que hemos realizado, las cuales repercuten en nosotros, a través de los tiempos, con sus consecuencias felices o dolorosas. Así es como cada uno crea su cielo o su infierno.
Tiene que llegar el día en que el mal dejará de ser la condición dominante en este mundo, entonces los seres, depurados por el sufrimiento, después de haber recibido la larga educación de los siglos, dejarán la vida oscura para seguir el camino de la luz. Poco a poco, mediante el desarrollo de nuestras facultades mentales, del conocimiento y de la voluntad, el Espíritu se libera de las influencias inferiores y se esfuerza con empeño en conseguir su redención espiritual.
En pocos siglos, las religiones, las razas y todos los pueblos que forman la humanidad terrestre, se unirán por los lazos de una estrecha solidaridad y un profundo afecto y avanzarán hasta conseguir que este planeta sea un mundo de paz y felicidad. Así se cumplirán estas grandiosas palabras: “No quiero la muerte del pecador, quiero su transformación” .
Colaboración del CE CLEROBLANCA
Revista “Mensajero de Luz” Set – Dic 2012
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