Por Jaci Regis
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La ciencia consiguió en este siglo 20, proezas antes no soñadas. En cualquier aspecto de la vida y del conocimiento, las proposiciones, investigaciones y pesquisas científicas revisaron los conceptos consagrados en el siglo pasado.
A pesar de ese avance científico, quemando etapas y ganando terreno en un tiempo cada vez menor, la repercusión social aparece estar lejos de abalar los viejos conceptos espiritualistas.
Para la gran mayoría de las personas los descubrimientos científicos solo tienen sentido inmediato cuando producen remedios y desenvuelven tecnologías para curar dolencias, resolver problemas físicos o mentales.
Por eso, permanece el espiritualismo difuso en nuestros días. Principalmente en el ámbito de las religiones y creencias, sean del mundo occidental como del oriental.
La fe de las masas no es abalada por esos descubrimientos, a no ser a largo plazo, pues la presión de los hechos modela la cultura, llevada a aceptarlos y cambiar.
Y aunque la creencia en Dios sea oscura y basada en el temor, para la mayoría dejar de creer en un dios, sea Alá del Islamismo o Jehová de los cristianos y judíos, precipita a la persona en un vacio de inseguridad.
En el escenario confuso de la actualidad, coexisten, paralelamente, con los avances jamás soñados de la ciencia, los leedores de manos, los jugadores de buzios, adivinadores, salvadores carismáticos. Las iglesias continúan con sus rituales, personas participan en sesiones de macumbé, vudú, Umbanda, quimbanda y otras formas cinegéticas y animadas creencias, al lado de aparejos de resonancia magnética, viajes interplanetarios, teorías sobre el inicio del Universo y en la era cibernética, de la comunicación por satélites, en fin, como diría el humorista, un verdadero “un loco criollo de samba”
Es preciso actualizar la Doctrina
¿Cómo se posiciona el Espiritismo, ante esa realidad insofismables? ¿Su mensaje, su postura, su forma de actuar es compatible con las nuevas perspectivas no apenas las científicas, más las humanas del mundo actual?
Hablamos de una cantidad de exigencias morales, de valores que fueron dejados de lado, principalmente después de la 2ª Guerra Mundial. ¿Serian esos valores apenas represiones? ¿Todas las doctrinas religiosas han fallado?
¿Es preciso actualizar el Espiritismo?
Esa pregunta, es obvia para quien sigue el pensamiento de Allan Kardec, y es rechazada por el sistema doctrinario. ¿Por qué esa propuesta de Kardec permanece en el limbo de las prohibiciones? ¿Será que el proyecto de un Espiritismo dinámico capaz de evitar el inmovilismo, sujeto al progreso era un sueño irrealizable, una propuesta sin sentido?
Al decir que fue Jesucristo quien elaboró la Doctrina, con el pseudónimo de Espíritu de Verdad, reduciendo el papel del Kardec a un escribiente inteligente, inmovilizó el pensamiento doctrinario, porque, entonces, como afirmó el Consejo Federativo Nacional, nadie puede actualizar lo que vino de lo “alto”
Se enyesó el Espiritismo quedando parecido a los evangelios que se fijaron en las letras sagradas de la Biblia y del Nuevo Testamento y de allí no se separa la raíz. ¿Lo que está escrito no puede ser cambiado, porque los libros bíblicos fueron inspirados por Dios y quien puede desdecir a Dios? Y la Iglesia Católica, que, a pesar de encíclicas y perdones históricos, mantiene su doctrina con persistencia, para justificar su legado de representante de Dios en la Tierra.
la negativa a aceptar que la Doctrina Espirita es capaz de modificar ciertos conceptos sin perder su base, muestra como fue des caracterizada, desviada del sentido que le dio su fundador.
A partir del momento que el Espiritismo fue institucionalizado, comenzó su des caracterización, transformando en una secta ligada al modelo judaico cristiano del pecado y del castigo.
La des caracterización básica del Espiritismo se inició al principio, por la introducción del roustainguismo. Este está mucho más enraizado de lo que se supone, pues hasta los más acérrimo anti-roustanguista, aun mismo que no lo admitan, fueron influenciados por el apelo cristolatra, base del pensamiento de Roustaing, referendado por el Espíritu Emmanuel, un adorador de Jesucristo.
Calcado en esa cristolatria, que Allan Kardec jamás admitió, los egresos del catolicismo encontraron un movimiento espirita, de modo general, tan parecido, en términos, con las características de las iglesias, que no precisaron de mucho esfuerzo para adaptarse.
Esto se puede observar en la práctica. Presidentes de Mocedades y Centros Espiritas se casan en el ritual católico, hacen misa de sétimo día, algunos llegan a bautizar a sus hijos en la Iglesia. No se trata de sectarismos, más si de definición. Y centenas de frecuentadores asiduos, participantes y médiums, a la hora “h” corren para los brazos de la Madre Iglesia, de donde, estructuralmente, nunca saldrán.
El Espiritismo para ellos es una gran capa que los agasaja, más jamás lo aceptaran como un cambio revolucionario en la visión de hombre y del mundo.
La idea de actualizar irrita y amedrenta a los que están sumergidos en esa visión cristiana del Espiritismo.
Traducido por Mercedes Cruz Reyes
Articulo de julio de 2000
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La ciencia consiguió en este siglo 20, proezas antes no soñadas. En cualquier aspecto de la vida y del conocimiento, las proposiciones, investigaciones y pesquisas científicas revisaron los conceptos consagrados en el siglo pasado.
A pesar de ese avance científico, quemando etapas y ganando terreno en un tiempo cada vez menor, la repercusión social aparece estar lejos de abalar los viejos conceptos espiritualistas.
Para la gran mayoría de las personas los descubrimientos científicos solo tienen sentido inmediato cuando producen remedios y desenvuelven tecnologías para curar dolencias, resolver problemas físicos o mentales.
Por eso, permanece el espiritualismo difuso en nuestros días. Principalmente en el ámbito de las religiones y creencias, sean del mundo occidental como del oriental.
La fe de las masas no es abalada por esos descubrimientos, a no ser a largo plazo, pues la presión de los hechos modela la cultura, llevada a aceptarlos y cambiar.
Y aunque la creencia en Dios sea oscura y basada en el temor, para la mayoría dejar de creer en un dios, sea Alá del Islamismo o Jehová de los cristianos y judíos, precipita a la persona en un vacio de inseguridad.
En el escenario confuso de la actualidad, coexisten, paralelamente, con los avances jamás soñados de la ciencia, los leedores de manos, los jugadores de buzios, adivinadores, salvadores carismáticos. Las iglesias continúan con sus rituales, personas participan en sesiones de macumbé, vudú, Umbanda, quimbanda y otras formas cinegéticas y animadas creencias, al lado de aparejos de resonancia magnética, viajes interplanetarios, teorías sobre el inicio del Universo y en la era cibernética, de la comunicación por satélites, en fin, como diría el humorista, un verdadero “un loco criollo de samba”
Es preciso actualizar la Doctrina
¿Cómo se posiciona el Espiritismo, ante esa realidad insofismables? ¿Su mensaje, su postura, su forma de actuar es compatible con las nuevas perspectivas no apenas las científicas, más las humanas del mundo actual?
Hablamos de una cantidad de exigencias morales, de valores que fueron dejados de lado, principalmente después de la 2ª Guerra Mundial. ¿Serian esos valores apenas represiones? ¿Todas las doctrinas religiosas han fallado?
¿Es preciso actualizar el Espiritismo?
Esa pregunta, es obvia para quien sigue el pensamiento de Allan Kardec, y es rechazada por el sistema doctrinario. ¿Por qué esa propuesta de Kardec permanece en el limbo de las prohibiciones? ¿Será que el proyecto de un Espiritismo dinámico capaz de evitar el inmovilismo, sujeto al progreso era un sueño irrealizable, una propuesta sin sentido?
Al decir que fue Jesucristo quien elaboró la Doctrina, con el pseudónimo de Espíritu de Verdad, reduciendo el papel del Kardec a un escribiente inteligente, inmovilizó el pensamiento doctrinario, porque, entonces, como afirmó el Consejo Federativo Nacional, nadie puede actualizar lo que vino de lo “alto”
Se enyesó el Espiritismo quedando parecido a los evangelios que se fijaron en las letras sagradas de la Biblia y del Nuevo Testamento y de allí no se separa la raíz. ¿Lo que está escrito no puede ser cambiado, porque los libros bíblicos fueron inspirados por Dios y quien puede desdecir a Dios? Y la Iglesia Católica, que, a pesar de encíclicas y perdones históricos, mantiene su doctrina con persistencia, para justificar su legado de representante de Dios en la Tierra.
la negativa a aceptar que la Doctrina Espirita es capaz de modificar ciertos conceptos sin perder su base, muestra como fue des caracterizada, desviada del sentido que le dio su fundador.
A partir del momento que el Espiritismo fue institucionalizado, comenzó su des caracterización, transformando en una secta ligada al modelo judaico cristiano del pecado y del castigo.
La des caracterización básica del Espiritismo se inició al principio, por la introducción del roustainguismo. Este está mucho más enraizado de lo que se supone, pues hasta los más acérrimo anti-roustanguista, aun mismo que no lo admitan, fueron influenciados por el apelo cristolatra, base del pensamiento de Roustaing, referendado por el Espíritu Emmanuel, un adorador de Jesucristo.
Calcado en esa cristolatria, que Allan Kardec jamás admitió, los egresos del catolicismo encontraron un movimiento espirita, de modo general, tan parecido, en términos, con las características de las iglesias, que no precisaron de mucho esfuerzo para adaptarse.
Esto se puede observar en la práctica. Presidentes de Mocedades y Centros Espiritas se casan en el ritual católico, hacen misa de sétimo día, algunos llegan a bautizar a sus hijos en la Iglesia. No se trata de sectarismos, más si de definición. Y centenas de frecuentadores asiduos, participantes y médiums, a la hora “h” corren para los brazos de la Madre Iglesia, de donde, estructuralmente, nunca saldrán.
El Espiritismo para ellos es una gran capa que los agasaja, más jamás lo aceptaran como un cambio revolucionario en la visión de hombre y del mundo.
La idea de actualizar irrita y amedrenta a los que están sumergidos en esa visión cristiana del Espiritismo.
Traducido por Mercedes Cruz Reyes
Articulo de julio de 2000
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