Por Maria das Graças Cabral
Al iniciar el estudio De El Libro de los Espíritus, nos deparamos en su introducción, con el gran cuidado de Allan Kardec, para con las palabras a ser empleadas en el cuerpo doctrinario espirita. En un primer momento, podríamos entender que tal diligencia, se debiese al hecho de ser el Codificador por formación académica, un pedagogo. Lingüista insigne, que hablaba alemán, inglés, italiano, español y holandés. Escribió gramáticas, aritméticas, estudios pedagógicos superiores; tradujo obras inglesas y alemanas. O sea, en la condición de poliglota y profundo conocedor de la alengua francesa, su idioma patriarcal, sabia de las palabras para que un discurso fuese claro, y alcanzase su objetivo.
No obstante, podríamos también considerar, que en la condición de organizador de toda una gama de conocimientos, advenidos de Espíritus de alta evolución para la estructuración de una obra, que según J. Herculano pires, sería “el código de una nueva fase de la evolución humana”, buscase “cuidar” de las palabras que debía emplear en esa sistematización, para evitar que el uso inadecuado de las mismas, fuese a “desvirtuar” los preceptos doctrinarios.
Y así, el Codificador inicia la Introducción de El Libro de los Espíritus diciendo que: - Para las cosas nuevas necesitamos de palabras nuevas, pues así, lo exige la claridad de lenguaje, para evitar la confusión inherente a los múltiples sentidos de los propios vocablos. “Se observa claramente, que el maestro trata la doctrina como algo innovador, consciente de la grandeza de sus revelaciones. Sabía que los asuntos abordados, envolvían grandes cuestionamientos de la humanidad, que hasta entonces nunca habían sido tratados tan objetivamente. No quería por tanto, que palabras con sentidos ya definidos, distorsionan los preceptos fundamentales de la nueva doctrina.
Enseguida, el Maestro Lionés se reporta a las palabras espiritual, espiritualista, espiritualismo, demostrando que las mismas ya tenían un significado bien definido – entendiéndose por espiritualismo- toda filosofía religiosa que predica la existencia de un ser o realidad distinto de la materia. Entendía Kardec , que no aplicando a la Doctrina Espirita tales palabras, se evitaría la multiplicación de las ya numerosas causas de ambigüedad y de doble sentido, (anfibología), que acabarían por generar graves conflictos de entendimiento.
De ahí, el codificador establece que “en lugar de las palabras espiritual y espiritualismo” – para designar la Doctrina de los Espíritus – la palabra adecuada sería espirita o espiritismo. Y concluye afirmando que “Los adeptos del Espiritismo, serán los espiritas, o si lo quisieren espiritistas. “Según Kardec, el Libro de los Espíritus tiene como especialidad la Doctrina Espirita, y como generalidad el Espiritualismo, de ahí, la referida obra trae abajo del título, las palabras Filosofía Espiritualista.
Sucede, que el cuidado de Kardec, fue totalmente negligenciado por los espiritas. Es un hecho que se identificase en la abundancia de obras publicadas, en los discursos y en el habla de la gran mayoría de los espiritistas, no solo palabras, más también teorías y filosofías, totalmente extrañas al cuerpo doctrinario espirita, y que alteran frontalmente sus preceptos.
Más allá, desde la muerte de Kardec, el Espiritismo viene sufriendo crueles distorsiones. Vale recordar que la propia Revista Espirita, con su muerte, cayó en las manos de Pierre Gaetan Leymarie, que por su excesivo espíritu de tolerancia, desvirtuó la finalidad de la misma, abriendo sus páginas a la propaganda de filosofías espiritualistas, inclusive a la de Roustaing, que diverge frontalmente del Espiritismo.
No obstante, oportuno resaltar, los desdoblamientos sufridos por la palabra “espirita” designada por Kardec a los adeptos de la Doctrina de los Espíritus. el referido vocablo, vendría a ser acompañado de ciertos adjetivos, visando hacer una distinción ideológica en el propio medio espirita. En los idos de 1880, cuando Brasil despertaba para el estudio de la nueva doctrina, recién llega al país, ya comenzaban a surgir las divergencias de pensamientos con relación a los aspectos filosófico, científico y religioso de la misma. Ante la discordancia, pasaron los espiritas de la época a ser identificados, dependiendo de la línea del pensamiento, por espiritas científicos, espiritas místicos, o espiritas kardecistas.
Con el pasar del tiempo, algunos adjetivos se consustanciaron, como es el caso del “espirita cristiano”, que es la denominación dada al adepto del espiritismo Cristiano, lanzado por el abogado de Bordeaux y opositor de Kardec, Jean Baptiste Roustaing, en la obra Los Cuatro Evangelios, editado por la FEB.
Hodiernamente, la variedad de adjetivos aumento grandemente dentro del movimiento espirita, puesto que, se tiene espirita, roustanguista, chiquista, andreluicista, laico religioso, kardecista, ramatista, librepensador, etc. se puede aseverar que hoy, el movimiento espirita está formado por numerosas corrientes espiritualistas, conocidas como Espiritismo.
No obstante, en la búsqueda de una identidad filosófica y/o religiosa, y en razón de la “anfibología” creada para la palabra “espirita”, aquel que se considera adepto a la Doctrina de los espíritus, positivada en la Obras Fundamentales que forman el pentateuco, y codificadas por el maestro Allan Kardec, se identifica como “espirita Kardecista”, o simplemente “kardecista”, distinguiéndose de las demás corrientes de pensamiento espiritualista, y de los seguidores de cultos afro-brasileños, los cuales también se auto-denominan espiritas.
Algunos compañeros, juzgan que “espiritista kardecista” sería una redundancia, pues todo espiritismo debería ser Kardecista. Es un hecho que sería una redundancia, si no estuviésemos ante tantas corrientes espiritualistas que adoptaron la denominación de espirita.
Vale resaltar que hay innumerables espiritas, que no son kardecista. Algunos nunca leyeron ninguna obra codificada por Allan Kardec. Serian considerados creyentes. No obstante, la Doctrina Espirita es una doctrina anti dogmatica, racional y evolucionista, que predica la fe raciocinada, y exige de sus adeptos el estudio constante y profundo de sus principios libertadores, positivados en las obras fundamentales, que son: El Libro de los Espíritus, El Libro de los Mediums, El Evangelio Según el Espiritismo, El Cielo y el Infierno, La Génesis, el pequeño libro introductorio al estudio de la doctrina Qué es el Espiritismo y Obras Póstumas, que según J. Herculano Pires, representa el testamento doctrinario de Allan Kardec.
Ante lo Expuesto, es un hecho que los cuidados del Codificador para que la Doctrina de los Espíritus no se perdiese en las palabras, no impidió que tal cosa ocurriese.
Hodiernamente, aquellos que estudian la codificación con dedicación y de una forma atenta, constatan con profundo pesar, la adulteración de los preceptos doctrinarios, presentes en las traducciones y en las nuevas ediciones de las obras fundamentales de la Doctrina espirita: en la “importación” de filosofías extrañas a los preceptos espiritas en la vasta producción literaria publicada y divulgada; en los discursos, falas y textos. En fin, la anfibología se hace presente en el discurso espirita a pesar de todo el cuidado de Kardec en evitar que el Espiritismo viniese a enredarse en sus redes, generando los actuales conflictos de entendimiento.
Además de eso, es un hecho que el des virtuamiento de la Doctrina de los espíritus, ya va mucho más allá de las palabras y de las fronteras, puesto que Brasil, es el mayor exportador de obras de divulgadores espiritas.
En verdad, cada día, me admiro más y más con lo que leo, oigo y presencio, por parte de los espiritas, independientemente de la clase social o del grado de escolaridad. Como también, me espanto con los rumbos tortuosos tomados por el movimiento espirita brasileño.
No obstante, no podemos abandonar la lucha. Algunos compañeros ya me preguntaron:- ¿Qué hacer ante la dimensión del problema? Respuesta que no quiero callar: - que cada uno haga su parte. No seamos omisos, cobardes, o acomodados, pues la responsabilidad es individual. Vamos con mucho amor y disposición, a vivir, estudiar y divulgar con fidelidad la Doctrina Espirita, positivada con brillantez en las obras fundamentales, por el genio del insigne codificador Allan Kardec. Las consecuencias vendrán naturalmente con el tiempo. ¡Al final somos Espíritus eternos!
Tradução de Mercedes Cruz
Fonte: http://espiritoverdade.com.br/?p=220
0 comentários:
Postar um comentário