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sábado, 19 de fevereiro de 2011

¿Por El Dolor O Por El Amor?

Por Eugenio Lara

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Siempre cuando voy hacer una conferencia en algún centro espirita de orientación cristiana, o también religiosa me preguntan si yo vine al Espiritismo por el amor o por el dolor, no sé bien que responder. Ya me preguntaron eso varias veces y nunca tengo una respuesta precisa para tal pregunta.

¿Ahora, solamente existen dos posiciones?

Por amor significa ser un misionero, alguien que era espirita antes de ser espirita. Aquel que antes de ser ya era, como en la anécdota del pescado: antes de ser pescada, ya era pescada. .. Antes de tornarse espirita, ya traía en su bagaje misionero el rotulo de espirita.

Por el dolor se aplica a los renitentes, a los espíritus sufridores, a las víctimas de la obsesión, del dolor físico, moral, de los acometidos por las perdidas afectivas y materiales. Algún tipo de pérdida lo llevo distinto al Espiritismo. Más podría también haber dicho a alguna iglesia cristiana, evangélica, católica o a algún culto afro- brasileño. Cada uno tiene su singular historia de conversión.

Como cualquier movimiento social, más aun el espirita, de características bien religiosas, existen los de moda, los juerguistas, las palabras de orden y orientación que las personas siguen sin cuestionar su origen y naturaleza. Esa de dolor y de amor es una de ellas.

Conozco diversos casos de personas que se aproximaron al Espiritismo sin que pudiesen ser encuadradas en ese esquema dolor/amor. Allan Kardec, por ejemplo, que no era espirita y ni podría serlo, pues el aun no había fundado la Doctrina se interesó por los fenómenos medianímicos movido por el espíritu científico, por la curiosidad de alto nivel, propia de aquellos espíritus de mentalidad arrojada, critica.

León Denis se torno espirita a los 18 años después de leer El Libro de los Espíritus y ver allí una serie de respuestas a cuestiones que el proponía para sí mismo. No fue ni el dolor ni el amor, fue la razón lo que lo aproximó al Espiritismo, tornándose gran continuador de la obra del maestro de Lyon. Gabriel Delanne, de familia espirita, siguió las orientaciones doctrinarias desde temprano. No fue la vuelta de Kardec lo que lo torno espirita, fue la educación espirita de sus padres, Alexandre y Alejandrina, muy amigos del fundador del Espiritismo, responsable por su formación espirita. E ahí dos variaciones más: la razón y la educación.

Muchos llegan al espiritismo movidos por la desilusión en relación a las religiones. Tenemos ahí otra opción más: la desilusión. Acrecentaría otro factor más fuerte aun que la desilusión: el desencanto. Del desencanto en relación a las religiones, muchos pasan a adoptar un pensamiento ateísta, agnóstico. Conocí algunos ateos que se tornaron espiritas porque vieron en la concepción Kardeciana de Dios una forma inusitada y diferenciada de percibir la divinidad, sin misticismo, sin ningún tipo de manifestación exterior.

Conocí uno que se torno espirita por vía de la promesa. Si era atendido en su plegaria, se tornaría espirita. Y así sucedió. Otro se torno espirita después de ver un largometraje sobre el médium Chico Xavier. Y otro, después de asistir al filme Nuestro Hogar. No hay conversión mística. Para ser espirita no es necesario “aceptar a Kardec”, como se acepta a “Jesús” en las iglesias evangélicas. El Espiritismo es una cuestión de convicción. Y la convicción no viene de una hora para otra. Ella es siempre el resultado de un proceso “lento” interno, intelectivo, afectivo.

Obviamente que no se trata de algo totalmente racional. La razón es siempre limitada. La actuación nos lleva a lugares donde la razón se muestra tímida, incapaz. Podemos aproximarnos al Espiritismo por la intuición, camino bastante común entre personas humildes, sin formación académica. La razón no es la única puerta para comprenderse el Espiritismo. Más es, sin duda, el elemento fundamental en el proceso de asimilación de los principios doctrinarios. El analfabeto puede tornarse espirita. Allan Kardec dio de cara con mucho de ellos en sus andanzas por Francia, en lo que denomino Viaje Espirita. El espiritismo ya había dejado de ser una doctrina de doctores para diseminarse entre las clases más humildes, entre los más sencillos, sin escolaridad.

Esa faceta del espiritismo es una de sus mayores virtudes. Más también puede ser su perdición, cuando se relega la razón y se coloca el sentimiento como factor primordial de aprehensión de ideas espiritas. Ni tanto el mar, ni tanto la tierra.

Una cosa es cierta: ese binomio dolor amor es extremadamente limitado para definirse el proceso de comprensión de los principios espiritas; es limitado para conceptuar el acto de tornarse espirita. Allan Kardec acostumbraba a decir que el espiritismo es una cuestión de buen sentido. Ora, tenemos un elemento más que huye de aquel binomio esquemático: el buen sentido. ¿Sería exagero decir que podemos tornarnos espiritas por una cuestión de buen sentido, por el recto pensar? No hallo, así, que sea una postura tan arrogante. Y podríamos, por tanto, afirmar que ser espirita no es una cuestión de fe, de conversión, más si simplemente una cuestión de buen sentido, sin que nos limitemos al viejo jerga de la conversión por el dolor o por el amor.

Traducido por Mercedes Cruz Reyes

sábado, 12 de fevereiro de 2011

Pela Dor ou pelo Amor?

Por Eugenio Lara

Todas as vezes que vou fazer palestra em algum centro espírita de orientação cristã, bem religiosa mesmo e me perguntam se eu vim ao Espiritismo pelo amor ou pela dor, não sei bem o que responder. Já me perguntaram isso várias vezes e nunca tenho uma resposta precisa para tal indagação.

Ora, somente existem essas duas opções?

Por amor significa ser um missionário, alguém que era espírita antes de ser espírita. Aquele que antes de ser já era, como na anedota do pescado: antes de ser pescada, já era pescada... Antes de se tornar espírita, já trazia em sua bagagem missioneira o rótulo de espírita.

Pela dor aplica-se aos renitentes, aos espíritos sofredores, às vítimas da obsessão, da dor física, moral, dos acometidos pelas perdas afetivas e materiais. Algum tipo de perda levou o distinto ao Espiritismo. Mas poderia também levar o dito cujo a alguma igreja cristã, evangélica, católica ou então a algum culto afro-brasileiro. Cada um tem a sua singular história de conversão.

Como qualquer movimento social, ainda mais o espírita, de características bem religiosas, existem os chavões, os jargões, as palavras de ordem e orientações que as pessoas seguem sem questionar sua origem e natureza. Essa da dor e do amor é uma delas.

Conheço diversos casos de pessoas que se aproximaram do Espiritismo sem que pudessem ser enquadradas nesse esquemão dor/amor. Allan Kardec, por exemplo, que não era espírita e nem poderia, pois ele ainda não havia fundado a Doutrina, interessou-se pelos fenômenos medianímicos movido pelo espírito científico, pela curiosidade de alto nível, bem própria daqueles espíritos de mentalidade arrojada, crítica.

Léon Denis tornou-se espírita aos 18 anos após ler O Livro dos Espíritos e ver ali uma série de respostas a questões que ele propunha para si mesmo. Não foi nem a dor nem o amor, foi a razão que o aproximou do Espiritismo, tornando-se o grande continuador da obra do mestre de Lyon. Gabriel Delanne, de família espírita, seguiu as orientações doutrinárias desde cedo. Não foi o colo de Kardec que o tornou espírita, foi a educação espírita de seus pais, Alexandre e Alexandrina, muito amigos do fundador do Espiritismo, a responsável pela sua formação espírita. Eis aí mais duas variáveis: a razão e a educação.

Muitos se achegam ao Espiritismo movidos pela desilusão em relação às religiões. Temos aí mais outra opção: a desilusão. Acrescentaria outro fator mais forte ainda do que a desilusão: o desencanto. Do desencanto em relação às religiões, muitos passam a adotar um pensamento ateísta, agnóstico. Conheci alguns ateus que se tornaram espíritas porque viram na concepção kardequiana de Deus uma forma inusitada e diferenciada de se perceber a divindade, sem misticismo, sem nenhum tipo de manifestação exterior.

Conheci um que se tornou espírita pela via da promessa. Se fosse atendido em seu pedido, tornar-se-ia espírita. E assim se sucedeu. Um outro tornou-se espírita depois de ver um longa-metragem sobre o médium Chico Xavier. E outro, após assistir ao filme Nosso Lar. Então, onde está o amor? Que dor haveria nessa decisão? Adentra-se no Espiritismo por motivos culturais, filosóficos, existenciais. Os motivos são vários. Não há a conversão mística. Para ser espírita não é necessário “aceitar Kardec”, como se “aceita Jesus” nas igrejas evangélicas. O Espiritismo é uma questão de convicção. E a convicção não vem de uma hora para outra. Ela é sempre o resultado de um processo “lento”, interno, intelectivo, afetivo.

Obviamente que não se trata de algo totalmente racional. A razão é sempre limitada. A intuição nos leva a lugares onde a razão mostra-se tímida, incapaz. Podemos nos aproximar do Espiritismo pela intuição, caminho bastante comum entre pessoas humildes, sem formação acadêmica. A razão não é a única porta para se compreender o Espiritismo. Mas é, sem dúvida, o elemento fundamental no processo de assimilação dos princípios doutrinários. O analfabeto pode se tornar espírita. Allan Kardec deu de cara com muitos deles em suas andanças pela França, no que denominou de Viagem Espírita. O Espiritismo já havia deixado de ser uma doutrina de doutores para se disseminar entre as classes mais humildes, entre os mais simples, sem escolaridade.

Essa faceta do Espiritismo é uma de suas maiores virtudes. Mas também pode ser a sua perdição, quando se relega a razão e coloca-se o sentimento como fator primordial de apreensão das ideias espíritas. Nem tanto o mar, nem tanto a terra.

Uma coisa é certa: esse binômio dor/amor é extremamente limitado para se definir o processo de compreensão dos princípios espíritas; é limitado para conceituar o ato de se tornar espírita. Allan Kardec costumava dizer que o Espiritismo é uma questão de bom senso. Ora, temos aí mais um elemento que foge daquele binômio esquemático: o bom senso. Seria exagero dizer que podemos nos tornar espíritas por uma questão de bom senso, pelo reto pensar? Não acho que seja uma postura tão arrogante assim. E poderíamos, portanto, afirmar que ser espírita não é uma questão de fé, de conversão, mas simplesmente uma questão de bom senso, sem que nos limitemos ao velho jargão da conversão pela dor ou pelo amor.

Eugenio Lara, arquiteto, jornalista e designer gráfico, é fundador e editor do site PENSE - Pensamento Social Espírita [www.viasantos.com/pense], membro-fundador do Centro de Pesquisa e Documentação Espírita (CPDoc) e autor dos livros em edição digital: Racismo e Espiritismo; Milenarismo e Espiritismo; Amélie Boudet, uma Mulher de Verdade - Ensaio Biográfico; Conceito Espírita de Evolução; Os Quatro Espíritos de Kardec e Os Celtas e o Espiritismo.

Fonte: http://www.viasantos.com/pense/arquivo/1312.html