Por Artur Felipe Azevedo
Clique aqui para a versão em português.
Como bien sabemos, el Espiritismo surgió en Francia en 1857, con la publicación de “El Libro de los Espíritus” por el profesor Hippolyte León Denizard Rivail, que utilizó el seudónimo de “Allan Kardec” para que quedase bien marcada la distinción del trabajo suyo con otros oriundos de su profesión como respetado pedagogo, discípulo de Pestalozzi.
Con el éxito alcanzado con la primera obra de la Codificación Espirita, base de todo el edificio doctrinario, Allan Kardec decidió fundar, en París, el 1 de abril de 1858, la “Sociedad Parisiense de Estudios Espiritas”, cuya existencia justificó de la siguiente manera:
“La extensión por así decir universal que toman diariamente las creencias espiritas hacían desear vivamente la creación de un centro regulador de observaciones. Esta brecha acaba de ser llena. La Sociedad cuya formación tenemos el placer de anunciar, compuesta exclusivamente por personas serias, exentas de prevenciones y animadas por el sincero esclarecimiento, con todo, desde el inicio, entre sus asociados, con hombres eminentes por su saber y por su posición social. Estamos convencidos de que ella está llamada a prestar incontestables servicios para la constatación de la verdad. Su ley orgánica le asegura una homogeneidad sin la cual no habrá vitalidad posible; está basada en la experiencia de los hombres y de las cosas y en el conocimiento de las condiciones necesarias para las observaciones que son objeto de investigación. Viniendo a París, los extraños que se interesan por la doctrina espirita tendrán un centro al cual podrán dirigirse y comunicar sus propias observaciones”.
Según el informe de abril de 1862, publicado en la Revista Espirita, la Sociedad experimentó considerable crecimiento en sus primeros años de funcionamiento, con 87 socios efectivos contribuyentes, contando entre los miembros: científicos, literatos, artistas, médicos, ingenieros, abogados, magistrados, miembros de la nobleza, oficiales del ejército y de la marina, funcionarios civiles, empresarios, profesores y artesanos. El número de visitantes llegaba hasta casi los 1500 personas al año, considerable para la época.
Kardec, que desempeñaba el cargo de presidente desde la creación de la entidad fatigado con el exceso de trabajo y angustiado con las querella administrativas, en varias ocasiones, exteriorizó el deseo de renunciar. Instado, sin embargo, por los Espíritus coordinadores del trabajo, continuó en el ejercicio hasta el día de su desencarnación.
Conforme se puede claramente notar en escritos, documentos y anotaciones de la época, el Codificador era riguroso en el cumplimiento de las disposiciones estatutarias y en la disciplina en la conducción de las actividades ahí realizadas. Exigia de todos los participantes extrema seriedad y eso contribuyó para dar mucha credibilidad a la institución y a los pronunciamientos acerca de los asuntos tratados. Era extremamente prudente y austero en los pareceres exagerados y nunca permitió que la Sociedad se tornase arena de controversias y debates estériles, generalmente fomentados por individuos interesados en desviar el Espiritismo de los rumbos establecidos en las obras de la Codificación.
Con la desencarnación de Allan Kardec en 1869, víctima de un aneurisma, uno de sus colaboradores más directos, Pierre Gaetan Leymarie, pasó a ejercer las funciones de redactor jefe y director de la “Revista Spirite” (1870 a 1901) y gerente de la “Librería Spirite” (1870 a 1897). Sin embargo, sin las mismas credenciales del Codificador y por su excesivo espíritu de tolerancia, no fue capaz de obstruir la acción de (pseudo) adeptos que desvirtuaron la finalidad de la Revista, abriendo sus páginas a la propaganda de filosofías espiritualistas, inclusive a la de Roustaig, que diverge del Espiritismo. Hubo, al mismo tiempo, el des virtuamiento de las finalidades de la Revista Espirita, en la que fue ofrecido “libre territorio a luchadores de todas las corrientes con la condición de que defendiesen causas espiritualistas o de orden esencialmente humanitario y moral, exponiéndose así a ardientes criticas de unos, a las acusaciones o descontento de otros… conforme se cuenta en la obra “Proceso de los Espiritas” (ed. FEB, 1977, pags.22/23 de la 2ª edición). En esos “Luchadores de todas las corrientes” se incluían adeptos del Orientalismo, como teosofistas, budistas, ocultistas, esotéricos, etc., como consta en la obra “Allan Kardec” (FEB, vol.III) de Zeus Wantuil y Francisco Thiensen.
Esta es, por tanto, la causa de la desaparición del Espiritismo en Francia. El sincretismo, la mezcla del Espiritismo con otras corrientes espiritualistas, desfigurando por completo la practica espirita, que hasta hoy es confundida, en Francia y en prácticamente en toda Europa, con toda suerte de supersticiones como la astrología, quiromancia, feticheria, brujería, etc.
En Brasil, en la actualidad, lo que podemos claramente verificar es que la historia se repite, siendo que la táctica de los enemigos velados del Espiritismo continua lo mismo: la de proponer y forzar la subrepticia entrada de cuestionables practicas e ideas en el seno del movimiento espirita brasileño.
Por un lado, tuvimos la adopción de las obras de Roustaig por la Federación Espirita Brasileña, habiendo sus miembros apellidándolas de “Curso Superior de Espiritismo”, “Cuarta Revelación” y “Revelación de la Revelación”. Gracias a eso, hasta hoy sentimos el reflejo de esa política febeana, en la medida en que en el movimiento se instauro una mentalidad cursi, serviles y iglejeira erróneamente confundido con la actitud de caridad y tolerancia, debido a una serie de obras, mediúmnicos o no, que, aunque no mencionasen Roustaig o sus obras, consiguieron inculcar, subrepticiamente, el ideal, neo-decretista en el seno del Movimiento.
Por otro lado, y adoptando ideas diferentes de las rustenismo, los simpatizantes del orientalismo insisten, principalmente en los dictados dl espíritu Ramatis al médium espiritualista Hercilio Maes, en dar al Espiritismo una faceta mística calcada en las religiones orientalistas del pasado y en la Teosofía, juzgadas capaces de enriquecer el Espiritismo. Para tal cosa, no eluden llamar a Kardec (y, consecuentemente, a las Obras de la Codificación Espirita) de ultrapasado, y a la Doctrina carente de remedios , considerando como principal artífice de esa “misión” al propio espíritu Ramatis y sus confusos dictados, bajo la fachada de “universalismo”, termino generalmente utilizado para encubrir ideas sincretistas y practicas fetichistas. La lista de “innovaciones” propugnada por esos reductos seitistas es extensa: la adopción de la astrología, de la apometrias, de rituales, de terminologías extrañas al Espiritismo, creencias en profecías de destrucción del planeta, creencia en extra terrestres con la misión de salvar el planeta, y toda suerte de divagaciones místicas sin el menor contenido lógico o factual, generalmente induciendo a una alineación místico-religiosa que en nada se debe a las religiones dogmaticas tradicionales, solo que con una faceta diferente, de cuño esencialmente esotérico.
Por tanto, mientras encaremos todo eso con los brazos cruzados, victimas por la falsa idea de que estaremos siendo intolerantes y anti fraternos al esclarecernos y al no compactar con esa tentativa de des virtuamiento del entendimiento y de la practica espirita dentro y fuera de los centros espiritas y federaciones, todo quedará como está, con tendencia a empeorar, tal como aconteció con el propio Cristianismo, hoy una autentica colcha de relatos debido a los mismos factores que hoy amenazan al Espiritismo.
La articulista Vanda Simoes, atenta a esa realidad, escribió cierto día un interesante artículo titulado “Nuestros Espiritas Imperfectos”· que nosotros aquí transcribimos y utilizamos para concluir nuestras consideraciones:
“Allan Kardec afirmó cierta vez, que los peores enemigos del Espiritismo estrían entre sus pares. Puede parecer declaración demasiadamente dura y radical, más vino de si mismo y el sabia de lo que estaba hablando. Hoy, en este mundo de tanta confusión, el Movimiento Espirita se ve envuelto en un maremágnum de estupideces que dejan a los espiritas serios preocupados con el destino de la doctrina en el mundo. Cuesta acreditar que una filosofía tan racional y desbravadora pueda haber generado personas con una visión tan estrecha y enyesada de la vida.
Una de dos: o la Doctrina Espirita es defectuosa o los espiritas no comprendieron su alcance moral. Sabiéndose de lo incierto de la primera hipótesis, nos resta curvar a la realidad la segunda. La prueba de eso está en la forma como la Doctrina es practicada en los centros espiritas del país entero, con replicas perfectas al exterior (principalmente en Portugal y en los Estados Unidos), “formando” adeptos que de espiritas solo tienen el nombre. Son espíritas imperfectos, de los que está lleno el movimiento, como por ejemplo, los que afirman en público que Kardec está ultrapasado y que precisa ser reinterpretado, cuando aun ni se conoce a fondo el diez por ciento de su pensamiento. Se consideran doctos en el Espiritismo por haber leído las obras básicas, y toda la literatura accesoria, psicografiado o no. Y leer es una cosa. Estudiar, entender y comprender es otra bien diferente. (…)
(…) Los espiritas “modernos” parecen desconocer tal cosa. Y, si lo conocen, no le dan la menor importancia, pues defienden ideas esdrújulas y contrarias a los fundamentos Kardecianos, basados en escritos dictados por Espíritus engañadores o pseudo-sabios. Esas ideas se infiltran con facilidad en nuestro medio, porque encuentran el terreno fértil de la ingenuidad y de la falta de estudio que hace que todo se acepte sin examen, sin criterio. Es tiempo de cambios. El milenio termina y se inicia una nueva fase para el planeta. Los centros espiritas precisan prepararse para amparar al hombre dentro de una filosofía de vida mejor, más justa y más plena de comprensión de las cosas divinas.
Para eso, necesita de espíritus serios, que comprendan el verdadero sentido del Espiritismo, que puedan traer para dentro de las casas espiritas una nueva orden de prácticas y metas, formando verdaderamente hombres de bien. Que puedan retirar de los centros todo lo que no sirve para la edificación del ser. En fin, mostrar a los fariseos modernos la verdadera cara de la Doctrina Espirita como agente modificador de la humanidad y no como instrumento de glorias, de mera promoción personal y fabrica de fantasías”.
Retirado del blog “Ramatis, Sabio o Seudosabios?” Traducido por Mercedes Cruz Reyes
Clique aqui para a versão em português.
Como bien sabemos, el Espiritismo surgió en Francia en 1857, con la publicación de “El Libro de los Espíritus” por el profesor Hippolyte León Denizard Rivail, que utilizó el seudónimo de “Allan Kardec” para que quedase bien marcada la distinción del trabajo suyo con otros oriundos de su profesión como respetado pedagogo, discípulo de Pestalozzi.
Con el éxito alcanzado con la primera obra de la Codificación Espirita, base de todo el edificio doctrinario, Allan Kardec decidió fundar, en París, el 1 de abril de 1858, la “Sociedad Parisiense de Estudios Espiritas”, cuya existencia justificó de la siguiente manera:
“La extensión por así decir universal que toman diariamente las creencias espiritas hacían desear vivamente la creación de un centro regulador de observaciones. Esta brecha acaba de ser llena. La Sociedad cuya formación tenemos el placer de anunciar, compuesta exclusivamente por personas serias, exentas de prevenciones y animadas por el sincero esclarecimiento, con todo, desde el inicio, entre sus asociados, con hombres eminentes por su saber y por su posición social. Estamos convencidos de que ella está llamada a prestar incontestables servicios para la constatación de la verdad. Su ley orgánica le asegura una homogeneidad sin la cual no habrá vitalidad posible; está basada en la experiencia de los hombres y de las cosas y en el conocimiento de las condiciones necesarias para las observaciones que son objeto de investigación. Viniendo a París, los extraños que se interesan por la doctrina espirita tendrán un centro al cual podrán dirigirse y comunicar sus propias observaciones”.
Según el informe de abril de 1862, publicado en la Revista Espirita, la Sociedad experimentó considerable crecimiento en sus primeros años de funcionamiento, con 87 socios efectivos contribuyentes, contando entre los miembros: científicos, literatos, artistas, médicos, ingenieros, abogados, magistrados, miembros de la nobleza, oficiales del ejército y de la marina, funcionarios civiles, empresarios, profesores y artesanos. El número de visitantes llegaba hasta casi los 1500 personas al año, considerable para la época.
Kardec, que desempeñaba el cargo de presidente desde la creación de la entidad fatigado con el exceso de trabajo y angustiado con las querella administrativas, en varias ocasiones, exteriorizó el deseo de renunciar. Instado, sin embargo, por los Espíritus coordinadores del trabajo, continuó en el ejercicio hasta el día de su desencarnación.
Conforme se puede claramente notar en escritos, documentos y anotaciones de la época, el Codificador era riguroso en el cumplimiento de las disposiciones estatutarias y en la disciplina en la conducción de las actividades ahí realizadas. Exigia de todos los participantes extrema seriedad y eso contribuyó para dar mucha credibilidad a la institución y a los pronunciamientos acerca de los asuntos tratados. Era extremamente prudente y austero en los pareceres exagerados y nunca permitió que la Sociedad se tornase arena de controversias y debates estériles, generalmente fomentados por individuos interesados en desviar el Espiritismo de los rumbos establecidos en las obras de la Codificación.
Con la desencarnación de Allan Kardec en 1869, víctima de un aneurisma, uno de sus colaboradores más directos, Pierre Gaetan Leymarie, pasó a ejercer las funciones de redactor jefe y director de la “Revista Spirite” (1870 a 1901) y gerente de la “Librería Spirite” (1870 a 1897). Sin embargo, sin las mismas credenciales del Codificador y por su excesivo espíritu de tolerancia, no fue capaz de obstruir la acción de (pseudo) adeptos que desvirtuaron la finalidad de la Revista, abriendo sus páginas a la propaganda de filosofías espiritualistas, inclusive a la de Roustaig, que diverge del Espiritismo. Hubo, al mismo tiempo, el des virtuamiento de las finalidades de la Revista Espirita, en la que fue ofrecido “libre territorio a luchadores de todas las corrientes con la condición de que defendiesen causas espiritualistas o de orden esencialmente humanitario y moral, exponiéndose así a ardientes criticas de unos, a las acusaciones o descontento de otros… conforme se cuenta en la obra “Proceso de los Espiritas” (ed. FEB, 1977, pags.22/23 de la 2ª edición). En esos “Luchadores de todas las corrientes” se incluían adeptos del Orientalismo, como teosofistas, budistas, ocultistas, esotéricos, etc., como consta en la obra “Allan Kardec” (FEB, vol.III) de Zeus Wantuil y Francisco Thiensen.
Esta es, por tanto, la causa de la desaparición del Espiritismo en Francia. El sincretismo, la mezcla del Espiritismo con otras corrientes espiritualistas, desfigurando por completo la practica espirita, que hasta hoy es confundida, en Francia y en prácticamente en toda Europa, con toda suerte de supersticiones como la astrología, quiromancia, feticheria, brujería, etc.
En Brasil, en la actualidad, lo que podemos claramente verificar es que la historia se repite, siendo que la táctica de los enemigos velados del Espiritismo continua lo mismo: la de proponer y forzar la subrepticia entrada de cuestionables practicas e ideas en el seno del movimiento espirita brasileño.
Por un lado, tuvimos la adopción de las obras de Roustaig por la Federación Espirita Brasileña, habiendo sus miembros apellidándolas de “Curso Superior de Espiritismo”, “Cuarta Revelación” y “Revelación de la Revelación”. Gracias a eso, hasta hoy sentimos el reflejo de esa política febeana, en la medida en que en el movimiento se instauro una mentalidad cursi, serviles y iglejeira erróneamente confundido con la actitud de caridad y tolerancia, debido a una serie de obras, mediúmnicos o no, que, aunque no mencionasen Roustaig o sus obras, consiguieron inculcar, subrepticiamente, el ideal, neo-decretista en el seno del Movimiento.
Por otro lado, y adoptando ideas diferentes de las rustenismo, los simpatizantes del orientalismo insisten, principalmente en los dictados dl espíritu Ramatis al médium espiritualista Hercilio Maes, en dar al Espiritismo una faceta mística calcada en las religiones orientalistas del pasado y en la Teosofía, juzgadas capaces de enriquecer el Espiritismo. Para tal cosa, no eluden llamar a Kardec (y, consecuentemente, a las Obras de la Codificación Espirita) de ultrapasado, y a la Doctrina carente de remedios , considerando como principal artífice de esa “misión” al propio espíritu Ramatis y sus confusos dictados, bajo la fachada de “universalismo”, termino generalmente utilizado para encubrir ideas sincretistas y practicas fetichistas. La lista de “innovaciones” propugnada por esos reductos seitistas es extensa: la adopción de la astrología, de la apometrias, de rituales, de terminologías extrañas al Espiritismo, creencias en profecías de destrucción del planeta, creencia en extra terrestres con la misión de salvar el planeta, y toda suerte de divagaciones místicas sin el menor contenido lógico o factual, generalmente induciendo a una alineación místico-religiosa que en nada se debe a las religiones dogmaticas tradicionales, solo que con una faceta diferente, de cuño esencialmente esotérico.
Por tanto, mientras encaremos todo eso con los brazos cruzados, victimas por la falsa idea de que estaremos siendo intolerantes y anti fraternos al esclarecernos y al no compactar con esa tentativa de des virtuamiento del entendimiento y de la practica espirita dentro y fuera de los centros espiritas y federaciones, todo quedará como está, con tendencia a empeorar, tal como aconteció con el propio Cristianismo, hoy una autentica colcha de relatos debido a los mismos factores que hoy amenazan al Espiritismo.
La articulista Vanda Simoes, atenta a esa realidad, escribió cierto día un interesante artículo titulado “Nuestros Espiritas Imperfectos”· que nosotros aquí transcribimos y utilizamos para concluir nuestras consideraciones:
“Allan Kardec afirmó cierta vez, que los peores enemigos del Espiritismo estrían entre sus pares. Puede parecer declaración demasiadamente dura y radical, más vino de si mismo y el sabia de lo que estaba hablando. Hoy, en este mundo de tanta confusión, el Movimiento Espirita se ve envuelto en un maremágnum de estupideces que dejan a los espiritas serios preocupados con el destino de la doctrina en el mundo. Cuesta acreditar que una filosofía tan racional y desbravadora pueda haber generado personas con una visión tan estrecha y enyesada de la vida.
Una de dos: o la Doctrina Espirita es defectuosa o los espiritas no comprendieron su alcance moral. Sabiéndose de lo incierto de la primera hipótesis, nos resta curvar a la realidad la segunda. La prueba de eso está en la forma como la Doctrina es practicada en los centros espiritas del país entero, con replicas perfectas al exterior (principalmente en Portugal y en los Estados Unidos), “formando” adeptos que de espiritas solo tienen el nombre. Son espíritas imperfectos, de los que está lleno el movimiento, como por ejemplo, los que afirman en público que Kardec está ultrapasado y que precisa ser reinterpretado, cuando aun ni se conoce a fondo el diez por ciento de su pensamiento. Se consideran doctos en el Espiritismo por haber leído las obras básicas, y toda la literatura accesoria, psicografiado o no. Y leer es una cosa. Estudiar, entender y comprender es otra bien diferente. (…)
(…) Los espiritas “modernos” parecen desconocer tal cosa. Y, si lo conocen, no le dan la menor importancia, pues defienden ideas esdrújulas y contrarias a los fundamentos Kardecianos, basados en escritos dictados por Espíritus engañadores o pseudo-sabios. Esas ideas se infiltran con facilidad en nuestro medio, porque encuentran el terreno fértil de la ingenuidad y de la falta de estudio que hace que todo se acepte sin examen, sin criterio. Es tiempo de cambios. El milenio termina y se inicia una nueva fase para el planeta. Los centros espiritas precisan prepararse para amparar al hombre dentro de una filosofía de vida mejor, más justa y más plena de comprensión de las cosas divinas.
Para eso, necesita de espíritus serios, que comprendan el verdadero sentido del Espiritismo, que puedan traer para dentro de las casas espiritas una nueva orden de prácticas y metas, formando verdaderamente hombres de bien. Que puedan retirar de los centros todo lo que no sirve para la edificación del ser. En fin, mostrar a los fariseos modernos la verdadera cara de la Doctrina Espirita como agente modificador de la humanidad y no como instrumento de glorias, de mera promoción personal y fabrica de fantasías”.
Retirado del blog “Ramatis, Sabio o Seudosabios?” Traducido por Mercedes Cruz Reyes
0 comentários:
Postar um comentário