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segunda-feira, 18 de fevereiro de 2013

No existen las penas eternas


Por Mercedes Cruz

No puede existir Satán y el infierno con penas eternas porque sería poner en duda la Justicia Divina. Dios es Amor, Bondad y Tolerancia. Es imposible imaginar a Dios condenando a uno de sus hijos descarriado, a un sufrimiento eterno.

Aquí en la Tierra, el dolor lo encontramos en todas partes,. No es necesario salir de este mundo para encontrar después de la muerte, los sufrimientos apropiados a las faltas y condiciones expiatorias de los culpables.

¿Por qué crear un infierno en regiones imaginarias? El infierno está aquí y es una creación nuestra.

El destino de los habitantes de este planeta, es bastante doloroso, pero no pueden existir males eternos; existen sólo males temporales, apropiados a las necesidades de la ley del progreso, de la evolución y de las compensaciones , que es una ley universal cumplimentada con el principio de la ley de las reencarnaciones sucesivas; y así se cumple la justicia divina.

En el curso de las nuevas y penosas existencias, es cuando el culpable se redime de sus faltas pasadas. La ley de las consecuencias traza para cada uno de nosotros el destino que debemos seguir, según las acciones buenas o malas que hemos realizado, las cuales repercuten en nosotros, a través de los tiempos, con sus consecuencias felices o dolorosas. Así es como cada uno crea su cielo o su infierno.

Tiene que llegar el día en que el mal dejará de ser la condición dominante en este mundo, entonces los seres, depurados por el sufrimiento, después de haber recibido la larga educación de los siglos, dejarán la vida oscura para seguir el camino de la luz. Poco a poco, mediante el desarrollo de nuestras facultades mentales, del conocimiento y de la voluntad, el Espíritu se libera de las influencias inferiores y se esfuerza con empeño en conseguir su redención espiritual.

En pocos siglos, las religiones, las razas y todos los pueblos que forman la humanidad terrestre, se unirán por los lazos de una estrecha solidaridad y un profundo afecto y avanzarán hasta conseguir que este planeta sea un mundo de paz y felicidad. Así se cumplirán estas grandiosas palabras: “No quiero la muerte del pecador, quiero su transformación” .

Colaboración del CE CLEROBLANCA

Revista “Mensajero de Luz” Set – Dic 2012

terça-feira, 21 de fevereiro de 2012

Educación Y Felicidad

Por Maria Ribeiro

Muchos podrán cuestionar cual es la relación entre la educación y la felicidad, ya que cada uno de esos conceptos  tiene su definición propia, no habiendo ningún vínculo, aparentemente  ni aun mismo indirectamente, entre ambos. Para realizar  la asociación entre  educación y felicidad, es preciso conocer ante todo, tales definiciones, según lo considera el diccionario*. Por tanto, educación  es la acción de desenvolver las facultades psíquicas, intelectuales y morales; conocimiento y prácticas de los hábitos sociales; buenas maneras. Y felicidad es el estado de quien es feliz; ventura; bienestar; alegría.

El mundo ofrece muchas formas de adquirirse tanto una como otra, bien como formas, aunque sutiles, para que ambas interactúen a través de las acciones humanas.

La experiencia  hace demostraciones inequívocas   de cuanto la educación es necesaria para conquistar la felicidad, y aun mismo  que  la educación representa una adquisición individual tanto como la propia felicidad. En otras palabras: educación es conquista y felicidad  es consecuencia, ni conquista, ni privilegio.

Bajo esta concepción, se entiende porque la reencarnación es ley divina indispensable para la evolución humana-espiritual. Sin la reglamentación  de valores cristianos, jamás se experimentará la felicidad en su legítima versión. Ya antes de Cristo, la Filosofía intentaba conducir  al hombre para una reflexión profunda, para pensamientos más maduros sobre la vida, sobre la muerte, sobre un Ser Superior, culminando en una visión introspectiva. El hombre volviendo a mirar para si mismo en su interior, pasa a comprender mejor lo que pasa a su alrededor, cual es su destino, el porque de los sinsabores, de las desgracias, cual es su papel  ante todo esto. Comprende su inferioridad y la necesidad de educarse, viendo que la felicidad real es incompatible  con sentimientos de egoísmo y de todos los que de este se originan.

¿En un mundo como la Tierra, donde el crimen en todos sus matices ruge sin cesar, puede haber un único individuo realmente feliz? Se puede decir que apenas los hombres en los cuales habitan Espíritus más adelantados gozan de tal sentimiento. Estos se encuentran en un estado más avanzado de educación espiritual a través de las experiencias reencarnatorios que supieron aprovechar bien. Más en estos no se ve la risa descarada, ni la alegría ruidosa, ni señal de excitación, porque estas características  son de la felicidad egoísta, insana, irreflexiva o inconsciente. Al contrario, traen la serenidad en la mirada, la dulzura en la descripción de la sonrisa que es siempre verdadera, los gestos  y las palabras invariablemente  mencionan el auxilio, la cortesía  o la gratitud.

Más no fue siempre así. Educación es un proceso. Proceso es una cosa  que no acontece de repente, más si paulatinamente y metodológicamente.

De acuerdo  con necesidades especificas, se reencarna con esta o aquella característica física, en esta o aquella familia o clase social, también como la localidad y otros factores son determinados para que faciliten la jornada del que reencarna. Mas estas facilidades lejos está de significar   languidez o privilegios. Educación espiritual es la educación del espíritu, que  se allá en estado de inmadurez. Repitiendo Pablo:cuando yo era niño, , hablaba como un niño, discurría como un niño,  más luego llegue a ser hombre, deje las cosas de niño. Es la inmadurez espiritual que impele al hombre a prácticas odiosas, más, o hacer referencia a un eufemismo - prácticas de los niños. Es  por desconocer el bien por lo que el hombre  hace el mal; es por ignorar la Verdad que el hombre vive en el error; es por desconocer la luz  que disipa las tinieblas. Más el mal, el error  y las tinieblas no son su esencia, más el hombre aun no descubrió eso. cuando, “llegará a ser hombre”, o sea,  cuando creciera  espiritualmente a través de la educación, que nada más es la encarnación bien aprovechada, dejará de practicar tales infantilidades, que  hoy aun son juzgadas como barbaridades, perversidades, crueldades…

Muchos hermanos entre nosotros experimentan  tal estado evolutivo, sacando el sosiego donde toda una sociedad que asiste atónita, a escenas horribles todos los días. Hay los que quieren perseverar en el mal, que se sirven de la inteligencia adquirida para corromper y engañar,; más  hay los que posiblemente se encuentran en un estado moral-intelectual muy atrasado, tiene pocas experiencias  en sociedades civilizadas. (OLE** - 102) Las leyes penalizan , aunque absurdamente, en vez de emprender para estos compañeros formulas educativas, en este caso, más allá,  formulas de reeducación. Se habla de la pena de muerte en Brasil, más ya tenemos una pena de muerte, aunque velada, en casos específicos, lo que muestra la hipocresía de nuestra sociedad, de nuestras autoridades policiales. El ciudadano común en estado de euforia desea el linchamiento del infractor; en casos que ganan notoriedad el tema vuelve a un primer plano  como solución para el problema. Es así que la sociedad civilizada auxilia  a estos hermanos que ignoran el bien, reforzando en ellos  el sentimiento de agresividad, de venganza, de más violencia. La solución para el problema tal vez esté en la percepción de que aun  no fueron vencidos los sentimientos menos dignos, animalizados y degradantes aun mismos entre los civilizados, cuyos sentimientos se encuentran en proceso de mejoramiento.

Un ser debidamente educado para la Vida en ningun momento deseará el mal, aun mismo para aquel que es juzgado como el peor de los criminales. Se ha olvidado que estos también tienen madres que lloran por sus destinos malogrados; se ha  hostilizado la idea de que estos  comparten la misma paternidad Divina.

Se testimonia, principalmente en épocas de festejos,  una felicidad  alocada y casi primitiva, descomprometida, evidentemente  de la situación del semejante: cada buscando la forma de ser feliz. Así, queda olvidado que es imposible encontrar la felicidad solo, porque esta es un tesoro que pertenece a todos; ser feliz solo es impracticable, cuando se trata de la legítima felicidad cristiana. y solamente el hombre espiritualmente educado será capaz de descubrir la importancia del  prójimo en su vida, y pasará a valorizar la vida y la naturaleza  que lo rodea, sintiendo en todo una sensación indeleble de felicidad.

* Diccionário Aurélio

Tradução: Mercedes Cruz

domingo, 19 de fevereiro de 2012

Educação e felicidade


Por Maria Ribeiro

Muitos poderão questionar qual a relação entre a educação e a felicidade, já que cada um desses conceitos tem sua definição própria, não havendo nenhum vínculo, aparentemente nem mesmo indireto, entre ambos. Para realizar a associação entre educação e felicidade, é preciso conhecer antes de tudo, tais definições, segundo o que considera o dicionário*. Portanto, educação é a ação de desenvolver as faculdades psíquicas, intelectuais e morais; conhecimento e práticas dos hábitos sociais; boas maneiras. E felicidade é o estado de quem é feliz; ventura; bem aventurança; bem estar; contentamento.

O mundo oferece muitas formas de se adquirir tanto uma como outra, bem como formas, ainda que sutis, para que ambas interajam através das ações humanas. 

A experiência faz demonstrações inequívocas do quanto a educação é necessária para a conquista da felicidade, e mesmo a educação representa aquisição individual tanto quanto a própria felicidade. Melhor dizendo: educação é conquista e felicidade lhe é conseqüente, nem conquista, nem privilégio.

Sob esta concepção, entende-se porque a reencarnação configura lei divina indispensável à evolução humano-espiritual. Sem arregimentação de valores cristãos, jamais se experimentará a felicidade em sua versão legítima. Já antes do Cristo, a Filosofia tentava conduzir o homem para uma reflexão profunda, para pensamentos mais maduros sobre a vida, sobre a morte, sobre um Ser superior, culminando numa visão introspectiva. O homem voltando o olhar para o próprio interior, passa a compreender melhor o que se passa a sua volta, qual a sua destinação, o porquê dos dissabores, das desgraças, qual o seu papel diante de tudo isto. Compreende sua inferioridade e a necessidade de educar-se, visto que a real felicidade é incompatível com sentimentos de egoísmo e todos os que deste se originam.  

Num mundo como a Terra, onde o crime em todas as suas nuanças grassa sem trégua, pode haver um único indivíduo realmente feliz? Pode-se dizer que apenas os homens nos quais habitam Espíritos mais adiantados gozam de tal sentimento. Estes se encontram num estágio mais avançado de educação espiritual através das experiências reencarnatórias que bem souberam aproveitar. Mas nestes não se vê o riso escancarado, nem a alegria ruidosa, nem sinal de excitação, porque estes caracteres são da felicidade egoísta, insana, irrefletida ou inconsciente. Ao contrário, trazem a serenidade no olhar, a doçura na discrição do sorriso que é sempre verdadeiro, os gestos e as palavras invariavelmente mencionam o auxílio, a cortesia ou a gratidão. 

Mas não foi sempre assim. Educação é um processo. Processo é uma coisa que não acontece de repente, mas paulatina e metodologicamente. 

De acordo com necessidades específicas, reencarna-se com esta ou aquela característica física, nesta ou naquela família ou classe social, bem como a localidade e outros fatores são determinados para que facilitem a jornada do reencarnante. Mas este facilitar longe está de significar moleza e regalias. Educação espiritual é a educação do Espírito, que ora se acha em estado de imaturidade. Repetindo Paulo: quando eu era menino, falava como menino, discorria como menino, mas logo que cheguei a ser homem, deixei as coisas de menino. É a imaturidade espiritual que impele o homem a práticas odiosas, más, ou, recorra-se a um eufemismo – a práticas infantis. É por desconhecer o bem que o homem faz o mal; é por ignorar a Verdade que o homem vive no erro; é por desconhecer a luz que espalha as trevas. Mas o mal, o erro e as trevas não são a sua essência, mas o homem ainda não descobriu isso. Quando “chegar a ser homem”, ou seja, quando crescer espiritualmente através da educação, que nada mais é do que reencarnações bem aproveitadas, deixará de praticar tais infantilidades, que hoje ainda são julgadas como barbaridades, perversidades, crueldades...

Muitos irmãos entre nós experimentam tal estágio evolutivo, tirando o sossego de toda uma sociedade que assiste atônita, cenas horríveis todos os dias. Há os que querem perseverar no mal, que se utilizam da inteligência adquirida para corromper e enganar; mas há os que possivelmente se encontram num estágio moral-intelectual muito atrasado, têm poucas experiências em sociedades civilizadas. (OLE** – 102) As leis penalizam, ainda que absurdamente, ao invés de empreender para estes companheiros fórmulas educacionais, neste caso, aliás, fórmulas de reeducação. Fala-se em pena de morte no Brasil, mas já temos uma pena de morte, ainda que velada, em casos específicos, o que mostra a hipocrisia da nossa sociedade, das nossas autoridades policiais. O cidadão comum em estado de euforia deseja o linchamento do infrator; em casos que ganham notoriedade o tema volta à baila como solução para o problema. É assim que a sociedade civilizada auxilia estes irmãos que ignoram o bem, reforçando neles o sentimento de agressividade, de vingança, de mais violência. A solução para o problema talvez esteja na percepção de que ainda não foram vencidos os sentimentos menos dignos, animalizantes e degradantes mesmo entre os civilizados, cujos sentimentos se encontram em processo de aprimoramento.

Um Ser devidamente educado para a Vida em tempo algum desejará o mal, mesmo para aquele que for julgado como o pior dos criminosos. Tem-se esquecido que estes também têm mães que choram por seus destinos malogrados; tem-se hostilizado a idéia de que estes compartilham da mesma paternidade Divina. 

Testemunha-se, principalmente em épocas de festejos, uma felicidade tresloucada e quase primitiva, descompromissada, evidentemente da situação do semelhante: cada um que procure um jeito de ser feliz. Assim, fica esquecido que é impossível encontrar a felicidade sozinho, porque esta é um tesouro que pertence a todos; ser feliz sozinho é impraticável, em se tratando da legítima felicidade cristã. E somente o homem espiritualmente educado será capaz de descobrir a importância do próximo em sua vida, e passará a valorizar a vida e a natureza que o cerca, sentindo em tudo uma sensação indelével de felicidade.

* Dicionário Aurélio
** OLE – O Livro dos Espíritos

A educação tem raízes amargas, mas os seus frutos são doces.
-- Aristóteles

¿Qué Hiciste En La Vida?


Por Léon Denis

Clique aqui para a versão em português.

Mire los pájaros de nuestro país durante los meses de invierno, cuando el cielo está sombrío, cuando la tierra está cubierta con un blanco manto de nieve, agarrados unos a los otros, en el borde de un tejado, ellos se acarician mutuamente, en silencio. La necesidad los une. Con todo, en los bellos días, con el sol resplandeciente y la provisión abundante, ellos pián cuanto pueden, se persiguen, se baten, se machucan. Así es el hombre. Dócil y afectuoso para con sus semejantes en los días de tristeza, con la posesión de los bienes materiales  muchas veces se torna olvidadizo e insensible.

Una condición modesta hace más bien al espíritu deseoso de progresar, de adquirir las virtudes necesarias para su progreso moral. Lejos del torbellino de los placeres  fugaces, el juzgará mejor la vida, dará  a la materia lo que es necesario para la conservación de sus órganos, sin embargo  evitará caer en hábitos perniciosos, se torna presa de innumerables necesidades ficticias  que son el flagelo de la humanidad. El será sobrio y laborioso, contentándose con poco, apegándose a los placeres de la inteligencia y a las alegrías del corazón.

Fortificado así contra los asaltos de la materia, el sabio, bajo la pura luz de la Razón, verá resplandecer su destino. Esclarecido en cuanto al objetivo de la vida  y al porque de las cosas, quedará firme y resignado ante el dolor, que aprovechará para su depuración y su progreso.

Enfrentará la prueba con coraje, sabiendo que ella es saludable, que ella es el choque que rasga nuestras almas  y que solo por este rasgón se derrama todo cuanto de hiel  y amargura hay en nosotros.

Y si los hombres se ríen de él, si él es víctima de la intriga y de la injusticia, el aprenderá a soportar pacientemente sus males, alzando su mirada para vosotros; ¡oh! Nuestros hermanos más viejos, para Sócrates bebiendo la cicuta, para >Jesús crucificado y para Joanna en la hoguera. Habrá consolación en el pensamiento que los mayores, los más virtuosos y los más dignos sufrieron y murieron por la humanidad.

Después de una existencia bien completada, llegará la hora solemne  y es con calma, sin disgusto que verá la muerte, la muerte que los hombres rodean con un siniestro aparato, la muerte, espantajo de los poderosos y de los sensuales y que, para el pensador austero, es la liberación, la hora de la transformación, la puerta que se abre para el imperio luminoso de los espíritus. 

Ese pórtico de las regiones extraterrestres será penetrado con serenidad  si la conciencia, separada de la sombra de la materia, se yergue como un juez, representante de Dios, preguntando:  “¿Qué hiciste de la vida?” y el responde: “Luche,  sufrí, ame! Enseñé el Bien, la Verdad y la Justicia; di a mis hermanos  el ejemplo de lo correcto y de la dulzura; alivié  los dolores de los que sufren y consolé a los que lloran. Ahora, que el Eterno me juzgue, pues estoy en sus manos!”

Hombre, mi hermano, ten fe en tu destino, porque el es grande. Confía en las amplias perspectivas porque el pone en tu pensamiento la energía necesaria para enfrentar los vientos  y las tempestades del mundo. Camina, valiente luchador, sube la cuesta que conduce a esas cimas que se llaman Virtud, Deber y Sacrificio. No pares en el camino para coger las florecillas del campo, para brincar con los guijarros dorados. Para el frente, siempre hacia adelante.

Mira en los esplendidos cielos esos astros brillantes, esos soles incontables que cargan en su evolución prodigiosa, brillantes cortejos de planetas. Cuantos siglos acumulados fueron precisos para formarlos y cuantos siglos serán precisos  para disolverlos.

Pues bien, llegará un día en que todos esos soles serán extinguidos, o esos mundos gigantescos desaparecerán para dar lugar  a nuevos globos y a otras familias de astros emergiendo de las profundidades. Nada de lo que ves hoy existirá. El viento de los espacios habrá barrido para siempre el polvo de esos mundos, sin embargo tú vivirás siempre, prosiguiendo tu marcha  eterna en el seno de una creación renovada incesantemente. ¿Que será entonces, para tu alma depurada  y engrandecida, las sombras y lo cuidados del presente? Accidentes fugaces de nuestro caminar que solo dejaran, en el fondo de nuestra memoria, recuerdos tristes y dulces.

Ante los horizontes infinitos de la inmortalidad, los males del pasado y las pruebas sufridas serán  cual nube pasajera en medio de un cielo sereno.

Considera, por tanto, en su justo valor, las cosas de la Tierra. No las desdeñes porque, sin duda, ellas son necesarias  para tu progreso, y tu misión es contribuir para su perfeccionamiento, mejorándote a ti mismo, más que tu alma no se agarre  exclusivamente  a ellas y que busques, ante todo, las enseñanzas en ellas contenidas.

Gracias a ellas comprenderás que el objetivo de la vida no es el gozo, ni la felicidad, sin embargo si es el desenvolvimiento por medio del trabajo, del estudio y del cumplimiento del deber, de esa alma, de esa personalidad que encontrarás en el más allá  del túmulo, tal como la hayas hecho, tú mismo, en el curso de esa existencia terrestre. 

Fonte: Livro "O Progresso".

sábado, 4 de fevereiro de 2012

Dor e Evolução


Por Amilcar Del Chiaro Filho

As religiões classificam a Terra como um lugar de degredo, de expiação. Marcados pelo pecado original, arrastamo-nos pela vida, e sacerdotes e ministros das diversas igrejas, afirmam ter os meios de se alcançar a salvação para o outro mundo, mas as vezes, com a promessa de uma boa cota de felicidade, ainda para esse mundo.

Por outro lado, são muitas as pessoas que ensinam que se pode ser feliz, desde que se queira, bastando pensar positivamente. O pensamento positivo ajuda bastante, contudo, não é o suficiente.

Carregando a culpa de um pecado original, e da fragilidade humana, acrescida por um “deicídio”, ou seja, o assassinato de Deus, pois segundo a teologia cristã, Jesus de Nazaré foi a encarnação de Deus na Terra, ficamos sujeitos a mil sofrimentos, desnecessários, por incapacidade de vencer os condicionamentos com os quais reencarnamos, e que introjetaram em nossa mente desde os primeiros dias da nossa vida aqui na Terra.

Que bom seria se pudéssemos esvaziar a nossa mente de tudo que ali colocaram, desde que éramos pequeninos, e selecionarmos aquilo que seja realmente útil para a nossa evolução. Numa linguagem de hoje, precisaríamos deletar os arquivos inúteis, selecionar e criar novos arquivos, usando um bom antivírus, como o conhecimento espírita, para evitarmos a perda ou distorção do aprendizado.

Os espíritos disseram a Allan Kardec, que a felicidade completa, ou permanente, aqui na Terra, é impossível, mas pode-se ter momentos felizes.

No entanto os momentos felizes, quando se tem sensibilidade, fraternidade, é empanado pela dor de ver o sofrimento do próximo. Nossas vitórias quase sempre eqüivalem a derrota de outrem. Um exemplo simples é uma partida de futebol, basquete ou qualquer jogo esportivo. Enquanto uma torcida delira com a vitória, a outra amarga a derrota.

Para cada cidadão que consegue um título universitário, existem milhares de analfabetos ou cidadãos de segunda classe, que mal aprenderam a escrever o próprio nome.

Quantas vezes, alguém está saudável, forte, pleno de alegria, mas tem em sua própria família, um ente querido doente, paralisado, canceroso, mentalmente obnubilado.

Talvez poucos, ao degustarem um prato sofisticado, caríssimo, com nome estrangeiro complicado, feitos por cozinheiros famosos em elegantes restaurantes, se lembram de que existem milhões de pessoas no mundo, e muitas ali por perto, que não comem o suficiente para manter as energias, ou simplesmente não comem.

Não prezado leitor, esse artigo não é a exaltação do pessimismo. É apenas uma chamada à consciência, um exame do gozar e sofrer, da felicidade e da infelicidade.

O que queremos dizer é que precisamos ser fraternos, e aplicar aquilo que os espíritos codificadores disseram a Kardec: Do supérfluo dos ricos, muitos pobres se sustentariam. Mas as riquezas não são apenas valores amoedadados, mas também, fé, compreensão, amizade, amor, inteligência.

Nascemos para sofrer? Para pagar nossos débitos perante as leis divinas? Somos réprobos neste mundo que foi classificado como penitenciária e hospital? Estamos sujeitos ao pecado original? Afinal, é possível ser feliz aqui na Terra?

Cada uma dessas perguntas suscitariam páginas e mais páginas para análises e respostas. Em síntese, responderíamos que não nascemos para sofrer, mas sofremos! Sofremos porque o nosso mundo é imperfeito. Nós somos imperfeitos. Sofremos porque erramos, mas erramos porque somos ainda ignorantes e temos pouca evolução. As desigualdades são aumentadas pela falta de solidariedade, fraternidade, e pelo império do egoísmo.

A Doutrina Espírita ensina que Deus nos criou simples e ignorantes, e determinou, por meio das suas leis, que o nosso desenvolvimento se faça através de vidas sucessivas em mundos materiais. Logicamente esses mundos obedecem a uma escala evolutiva: mundos primitivos para espíritos primitivos. Mundos angelicais para espíritos angélicos. Mas todos começaram pelo primitivo. Entretanto, porque Deus quis que fosse assim, ninguém poderá responder.

Porém, prezado leitor, o que queremos dizer realmente nesse artigo, é que a dor, em qualquer uma das suas formas, tem uma mensagem para nós. Decodificar essa mensagem é tarefa de cada um. Talvez possamos decodificar aquilo que é comum em todas elas: Evolua! Cresça! Ame incondicionalmente! Confie na providência divina! Partilhe a sua felicidade, os seus momentos felizes com o seu próximo. Examine o seu patrimônio moral e intelectual, os seus direitos adquiridos, e ensine todos a conquistá-los.

Podemos dizer que Deus não castiga, se entendermos as dores do mundo como lições preciosas, aprendizado. Precisamos compreender que a vida num corpo físico é muito importante e devemos valorizá-la, devemos amar e respeitar esse corpo e não culpá-lo pelos nossos deslizes, pois quem pensa, ama e sente é o espírito imortal, e não a matéria.

Se você está passando por grandes sofrimentos, não se revolte, nem desanime. Não se julgue, também, um grande pecador, mas alguém que batalha para evoluir. O peixe, ao lutar para fugir da rede, perde muitas escamas. Portanto, a rede do sofrimento que te aprisiona, não exigirá menores perdas, mas valerá a pena. E como valerá a pena, quando compreendermos o que disse o Rabi Nazareno: hecereis a verdade e ela vos libertará.

terça-feira, 24 de janeiro de 2012

Que Fizeste na Vida

Por Léon Denis

Olhai os pássaros de nosso país durante os meses de inverno, quando o céu está sombrio, quando a terra está coberta com um branco manto de neve, agarrados uns aos outros, na borda de um telhado, eles se aquecem mutuamente, em silêncio. A necessidade os une. Contudo, nos belos dias, com o sol resplandecendo e a provisão abundante, eles piam quanto podem, perseguem-se, batem-se e se machucam. Assim é o homem. Dócil, afetuoso para com seus semelhantes nos dias de tristeza, a posse dos bens materiais muitas vezes o torna esquecido e insensível.

Uma condição modesta faz mais bem ao espírito desejoso de progredir, de adquirir as virtudes necessárias para seu progresso moral. Longe do turbilhão dos prazeres fugazes, ele julgará melhor a vida, dará à matéria o que é necessário para a conservação de seus órgãos, porém evitará cair em hábitos perniciosos, tornar-se presa das inúmeras necessidades factícias que são o flagelo da humanidade. Ele será sóbrio e laborioso, contentando-se com pouco, apegando-se aos prazeres da inteligência e às alegrias do coração.

Fortificado assim contra os assaltos da matéria, o sábio, sob a pura luz da Razão, verá resplandecer seu destino. Esclarecido quanto ao objetivo da vida e ao porquê das coisas, ficará firme e resignado diante da dor, que ele aproveitará para sua depuração e seu progresso.

Enfrentará a provação com coragem, sabendo que ela é salutar, que ela é o choque que rasga nossas almas e que só por este rasgão se derrama tudo quanto de fel e de amargura há em nós.

E se os homens se riem dele, se ele é vítima da intriga e da injustiça, ele aprenderá a suportar pacientemente seus males, lançando seus olhares para vós; oh! nossos irmãos mais velhos, para Sócrates bebendo a cicuta, para Jesus crucificado e para Joana na fogueira. Haverá consolação no pensamento que os maiores, os mais virtuosos e os mais dignos sofreram e morreram pela humanidade.

Após uma existência bem preenchida, chegará a hora solene e é com calma, sem desgostos que virá a morte, a morte que os homens cercam com um sinistro aparato, a morte, espantalho dos poderosos e dos sensuais e que, para o pensador austero, é a libertação, a hora da transformação, a porta que se abre para o império luminoso dos espíritos.

Esse pórtico das regiões extraterrestres será penetrado com serenidade se a consciência, separada da sombra da matéria, erguer-se como um juiz, representante de Deus, perguntando: “Que fizeste da vida?” e ele responder: “Lutei, sofri, amei! Ensinei o Bem, a Verdade e a Justiça; dei a meus irmãos o exemplo do correto e da doçura; aliviei as dores dos que sofrem e consolei os que choram. Agora, que o Eterno me julgue, pois estou em suas mãos!”

Homem, meu irmão, tem fé em teu destino, porque ele é grande. Confia nas amplas perspectivas porque ele põe em teu pensamento a energia necessária para enfrentar os ventos e as tempestades do mundo. Caminha, valente lutador, sobe a encosta que conduz a esses cimos que se chamam Virtude, Dever e Sacrifício. Não pares no caminho para colher as florezinhas do campo, para brincar com os calhaus dourados. Para frente, sempre adiante.

Olha nos esplêndidos céus esses astros brilhantes, esses sóis incontáveis que carregam em suas evoluções prodigiosas, brilhantes cortejos de planetas. Quantos séculos acumulados foram precisos para formá-los e quantos séculos serão precisos para dissolvê-los.

Pois bem, chegará um dia em que todos esses sóis serão extintos, ou esses mundos gigantescos desaparecerão para dar lugar a novos globos e a outras famílias de astros emergindo das profundezas. Nada o que vês hoje existirá. O vento dos espaços terá varrido para sempre a poeira desses mundos, porém tu viverás sempre, prosseguindo tua marcha eterna no seio de uma criação renovada incessantemente. Que serão então, para tua alma depurada e engrandecida, as sombras e os cuidados do presente? Acidentes fugazes de nossa caminhada que só deixarão, no fundo de nossa memória, lembranças tristes e doces.

Diante dos horizontes infinitos da imortalidade, os males do passado e as provas sofridas serão qual uma nuvem fugidia no meio de um céu sereno.

Considera, portanto, no seu justo valor, as coisas da Terra. Não as desdenhes porque, sem dúvida, elas são necessárias ao teu progresso, e tua obra é contribuir para o seu aperfeiçoamento, melhorando a ti mesmo, mas que tua alma não se agarre exclusivamente a eles e que busque, antes de tudo, os ensinamentos nelas contidos.

Graças a eles compreenderás que o objetivo da vida não é o gozo, nem a felicidade, porém o desenvolvimento por meio do trabalho, do estudo e do cumprimento do dever, dessa alma, dessa personalidade que encontrarás além do túmulo, tal como a tenhas feito, tu mesmo, no curso dessa existência terrestre.

Fonte: Livro "O Progresso".

sábado, 20 de agosto de 2011

Chico Xavier: definitivamente, outra religião!

Por Sérgio Aleixo

Faz algum tempo, afiancei que caducaram por completo os prognósticos ao final do capítulo XXV do livro A Caminho da Luz (F.E.B., 1939), de Emmanuel.[1] O jesuíta assegurava ali, evidentemente em falso, que eram chegados os tempos em que as forças do mal seriam compelidas a abandonar as suas derradeiras posições de domínio nos ambientes terrestres; que se vivia na Terra, à época, um crepúsculo, ao qual sucederia ainda profunda noite, e que, ao século XX é que competiria a missão do desfecho desses acontecimentos espantosos.

Justo agora, num jornal “espírita” de grande circulação, entrevistado pela festejada Dr.ª Marlene Nobre, o Ilmo. Sr. Geraldo Lemos Neto participa as revelações que, em 1986, Chico Xavier lhe fez sobre o futuro reservado ao nosso planeta e seus habitantes nos próximos anos, finalizando com esta pérola emmanuelina: “As profecias são reveladas aos homens para não serem cumpridas”. De fato, as do suposto ex-senador de Roma, sem dúvida advogando aí em causa própria, nunca se cumpriram.

Kardec já advertira em A Gênese, XVI, 16, que “os espíritos realmente sábios nunca predizem nada com épocas determinadas”, bem como “se pode ter por certo que, quanto mais circunstanciadas as predições, mais elas são suspeitas”. Portanto, definitivamente, nada tem que ver com o Espiritismo, doutrina codificada por Allan Kardec, essa nova religião, essa nova Igreja chamada Federação Espírita Brasileira, que sempre teve por ícones mui dóceis de sua propaganda antidoutrinária o médium Chico Xavier e todos os seus guias e congêneres, agora erigidos em profetas apocalípticos.

De acordo com as tais revelações,[2] surpreendentemente não por decisão própria, mas ouvindo o apelo de outros seres angelicais de nosso sistema solar, Jesus convocou, em julho de 1969, reunião destinada a deliberar, na atmosfera terrestre, sobre o futuro de nosso planeta. Fico a imaginar se a convocação foi mediante algum satélite por ali disponível... A razão do apelo, pasmem: a chegada do homem à Lua naquele mês.

Jesus, pelo visto, não se abalou. Foi atendendo aos seus pares do sistema solar que marcou o conclave celeste. Depois de muitos diálogos, debates e sugestões, mesmo ante o receio e a indisposição de algumas potências angélicas presentes, o Mestre concedeu-nos uma “última chance” e “todas as injunções cármicas previstas para acontecerem no final do século XX” (eufemismo empolado para o fim do mundo) “foram suspensas”. Mais não parecem desse modo, pelo evidente conflito, deuses mitológicos que espíritos puros?

Pois bem. Revogadas assim, de improviso, as disposições anteriores, Emmanuel estaria livre da acusação de falso profetismo. Contudo, neste caso, menos interessa que suas profecias não se hajam cumprido do que o simples fato de haver predito acontecimentos espantosos para época determinada, o que espíritos verdadeiramente sábios nunca, nunca fazem. Além do mais, em A Gênese, XVIII, 26, aprende-se:

A Terra, no dizer dos espíritos, não deve ser transformada por um cataclismo que aniquilaria subitamente uma geração. A geração atual desaparecerá gradualmente, e a nova a sucederá da mesma maneira, sem que nada seja mudado na ordem natural das coisas. Tudo, pois, se passará, exteriormente, como de hábito [...] Assim, aqueles que esperam ver a transformação ocorrer através de efeitos sobrenaturais e maravilhosos ficarão decepcionados.

Mas voltemos ao monte Olimpo. Para tranquilizar as potências angélicas receosas e indispostas com a dilação que obteve do prazo para o fim do nosso mundo em mais 50 anos além do antes previsto, Jesus impôs às nações mais desenvolvidas e responsáveis da Terra (impôs como?) que não lançassem a III Guerra. Basta evitarem isso até 2019 e nosso mundo será admitido no sistema solar na condição de planeta de regeneração. Oras! Se um espírito apenas sábio nada prediz com época marcada, que se dirá de um espírito puro como Jesus, a fazê-lo em meio à indisposição receosa de alguns de seus pares.

Daí por diante, apesar de Chico Xavier dizer a G. L. Neto que “nenhum de nós pode prever os avanços que se darão a partir dessa data de julho de 2019”, o próprio Chico, pasmem, instado pelo interlocutor, passa a enumerá-los, desde a erradicação da pobreza, passando pelo fabrico de aparelhos para conversas com desencarnados, até a permissão expressa de Jesus aos extraterrestres, a fim de que nos ofertem tecnologias inimagináveis.

O mais assombroso, porém, são as previsões para a hipótese de o homem iniciar a III Guerra até 2019, que será, nesse caso, terminada por uma reação colossal das forças telúricas do planeta, inviabilizando a vida no hemisfério norte e abrindo um período de reconstrução de mais de mil anos. Isso levaria, pasmem de novo, a uma invasão autorizada pela O.N.U. ao hemisfério sul. Parece o filme O Dia Depois de Amanhã.

E restará aos brasileiros, além de só um quarto do seu território, a obrigação de “exemplificar a verdadeira fraternidade cristã”, ensinando aos invasores os mais altos valores de espiritualidade. Aprenderão com os norte-americanos o respeito às leis, o amor ao direito, à ciência e ao trabalho; com os europeus, o amor à filosofia, à música erudita; com os asiáticos o respeito ao dever, etc. Um povo que precisa aprender o respeito às leis e o amor ao direito com invasores norte-americanos irá ensinar-lhes, em contrapartida, os mais altos valores de espiritualidade... Surreal!

Outra providência dos deuses gregos, agora na atmosfera do nosso planeta travestidos de seres angélicos, foi que, desde 2000 (suposto ano da volta de Emmanuel), só permitem reencarnar aqui mansos, brandos, amorosos e pacíficos, sendo os recalcitrantes no mal encaminhados a mundos atrasados, o maior deles, Quírom, ou Kírom. Todos os que hoje têm no máximo 11 anos integrariam, pois, esse exército de brandos. Matemática canhestra. Decerto, se trata de outra profecia a não se cumprir. E tudo bem. Afinal, é para isso que as profecias, segundo Emmanuel, são reveladas, sobretudo as dele.

Toda essa mixórdia ridícula integra outra religião, um divinismo oracular abrasileiradamente sincrético; não é Espiritismo, mesmo porque nada conseguiu sê-lo após o passamento, em 31/03/1869, do Gênio Lionês ao mundo espírita, de onde ainda contempla o cumprimento desta profecia do Espírito de Verdade: “[...] as tuas melhores instruções serão desprezadas e falseadas”.[3]

Assim, profecias são verdadeiras predições e se cumprem com rigor, exceção feita às mistificações de espíritos pseudossábios, como Emmanuel, Ramatis e assemelhados, que julgam saber mais do que realmente sabem, ou simplesmente insistem sobre aquilo que deve permanecer oculto, a fim de darem a impressão de que conhecem os segredos de Deus.[4]

[1] Revista “Espiritismo e Ciência” n. 53. Kardec e os Exilados. Cf. texto atualizado: http://ensaiosdahoraextrema.blogspot.com/2010_03_29_archive.html; Kardec Versus Emmanuel em 12 Passos, http://ensaiosdahoraextrema.blogspot.com/2011_06_12_archive.html, bem como esta palestra: http://www.youtube.com/user/sergiofaleixo#p/c/F40B80DEDC8DE9CF/0/4h4r6CxP8Rs
[2] Cf. http://www.vinhadeluz.com.br//site/noticia.php?id=760
[3] KARDEC. Obras Póstumas. 12 de junho de 1856. Em casa do Sr. C.; médium: Srta. Aline C. Minha Missão.
[4] Cf. O Livro dos Espíritos, 104. O Livro dos Médiuns, 300.

Fonte: http://ensaiosdahoraextrema.blogspot.com/2011_06_06_archive.html

sexta-feira, 12 de agosto de 2011

La Vida en el Espacio

Por Léon Denis

Clique aqui para a versão em português.

Según las diferentes doctrinas religiosas, la Tierra es el centro del Universo y el cielo se extiende como bóveda sobre nosotros. Y en su parte superior, dicen, que está la morada de los bienaventurados; el infierno, habitación de los condenados, que prolonga sus sombrías galerías en las propias entrañas del globo.

La ciencia moderna, de acuerdo con la enseñanza de los Espíritus, mostrándonos el Universo sembrado de Innumerables mundos habitados, dio un golpe mortal en esas teorías.

El cielo está por todas partes, el inconmensurable, el insondable, el infinito; por todas partes, un hervidero de soles y de esferas, entre las cuales nuestro planeta es apenas significativa parcela.

En medio de los espacios no existen moradas circunscritas para las almas. Tanto más libres cuanto más puras sean, estas recorren la inmensidad y van para donde las llevan sus afinidades y simpatías. Los Espíritus inferiores, sobrecargados por la densidad de sus fluidos, quedan ligados al mundo donde vivieron, circulando en su atmosfera o envolviéndose entre los seres humanos.

Las alegrías y las percepciones del Espíritu no proceden del medio que el ocupa, más si de sus disposiciones personales y de los progresos realizados. Aunque con el periespiritu opaco y envuelto entre las tinieblas, el Espíritu atrasado puede encontrarse con el alma radiante cuyo envoltorio sutil se presta a las delicadas sensaciones, a las más extensas vibraciones. Cada uno trae en si su gloria o su miseria.
La condición de los Espíritus en la vida del más allá del túmulo, su elevación, su felicidad, todo depende de la respectiva facultad de sentir y de percibir, que es siempre proporcional a u grado evolutivo.

Aquí mismo, en la Tierra, vemos los goces intelectuales aumentaron con la cultura del espíritu. Las obras literarias y artísticas, las bellezas de la civilización, las concepciones sublimes del genio humano son incomprensibles al salvaje y también a muchos de nuestros conciudadanos. Así, los Espíritus de orden inferior, como ciegos en medio de la naturaleza resplandeciente, o como sordos en un concierto, permanecen indiferentes e insensibles a las maravillas del Infinito.

Esos Espíritus, envueltos en fluidos espesos, sufren las leyes de la atracción y son inclinados para la materia. Bajo la influencia de los apetitos groseros, las moléculas de su cuerpo fluídico se cierran a las percepciones externas y los tornan esclavos de las mismas fuerzas naturales que gobiernan la Humanidad.

No hay que insistir en este hecho, porque el es fundamento de orden y de la justicia universal.

Las almas se colocan y agrupan en el espacio según el grado de pureza de su respectivo involucro; la condición del Espíritu está en relación directa con su constitución fluídica, que es la propia obra, la resultante de su pasado y de todos sus trabajos. Determinando su propia situación, hallan, después, la recompensa, que merecen. En cuanto al alma purificada recorre la vasta y fulgente amplitud, descansando a voluntad sobre los mundos y casi no ve limites a su vuelo, el Espíritu impuro no puede apartarse de las inmediaciones de los globos materiales.

Entre esos estados extremos, numerosos grados permiten que Espíritus similares se agrupen y constituyan verdaderas sociedades de lo invisible. La comunión de sentimientos, la armonía de pensamientos, la Identidad de gustos, de vistas, de aspiraciones, aproximan y unen a esas almas, de modo que forman grandes familias.

Sin fatigas, la vida del Espíritu adelantado es esencialmente activa. Las distancias no existen para el, pues se transportan con la rapidez del pensamiento. Su involucro, semejante al tenue vapor, adquirió tal sutileza que lo torna invisible a los Espíritus inferiores. Ve, oye, siente, percibe no por los órganos materiales que se interponen entre nosotros y la Naturaleza, más, si, directamente, sin intermediario, por todas las partes de su ser. Sus percepciones, por eso mismo, son mucho más precisas y aumentadas que las nuestras. El Espíritu elevado desliza, por así decirlo, en el seno de un océano de sensaciones deliciosas. Constante variedad de cuadros se le presentan a la vista, suaves armonías que aprecian y le encantan; para el, los colores son perfumes, son sonidos. Entretanto, por más agradables que sean esas impresiones, pueden substraerse a ellas y, si lo quieren, se recogen, envolviéndose en un velo fluídico y si lo desean aislándose en el seno de los espacios.

El espíritu está liberado de todas las necesidades materiales. Para el, no tiene razon de ser la nutrición y el sueño. Al abandonar la Tierra, deja para siempre los vanos cuidados, los sobresaltos, todas las quimeras que envenenan la existencia corpórea. Los espíritus inferiores llevan consigo para el más allá del túmulo los hábitos, las necesidades, las preocupaciones materiales. No pueden elevarse por encima de la atmosfera terrestre, vuelven a compartir la vida de los seres humanos, entrometiéndose en sus luchas, trabajos y placeres. Sus pasiones, sus deseos, siempre vivaces y aguzados por el permanente contacto con la Humanidad, los abruman; la imposibilidad de satisfacerlos se torna para ellos causa constante de torturas.

Los Espíritus no precisan de la palabra para hacerse comprender. El pensamiento reflejándose en el periespiritu como una imagen en el espejo, les permite permutar sus ideales sin esfuerzo, con una rapidez vertiginosa. El Espíritu elevado puede leer en el cerebro del hombre y conocer sus secretos designios. Nada le es oculto. Escruta todos los misterios de la Naturaleza, puede explorar a voluntad las entrañas del globo, el fondo de los océanos, y así apreciar los destrozos de las civilizaciones sumergidas. Atraviesan los cuerpos por muy densos que sean y ven abrirse ante si los dominios impenetrables para la Humanidad.

Fuente: León Denis. Después de la Muerte: explicación de la doctrina de los Espíritus

segunda-feira, 8 de agosto de 2011

A Vida no Espaço

Por Léon Denis

Segundo as diferentes doutrinas religiosas, a Terra é o centro do Universo e o céu estende-se como abóbada sobre nós. É na sua parte superior, dizem, que está a morada dos bem-aventurados; o inferno, habitação dos condenados, prolonga suas sombrias galerias nas próprias entranhas do globo.

A ciência moderna, de acordo com o ensino dos Espíritos, mostrando-nos o Universo semeado de Inumeráveis mundos habitados, deu golpe mortal nessas teorias.

O céu está por toda parte; por toda parte, o incomensurável, o insondável, o infinito; por toda parte, um fervilhamento de sóis e de esferas, entre as quais o nosso planeta é apenas mesquinha parcela.

No meio dos espaços não existem moradas circunscritas para as almas. Tanto mais livres quanto mais puras forem, estas percorrem a imensidade e vão para onde as levam suas afinidades e simpatias. Os Espíritos inferiores, sobrecarregados pela densidade de seus fluídos, ficam ligados ao mundo onde viveram, circulando em sua atmosfera ou envolvendo-se entre os seres humanos.

As alegrias e as percepções do Espírito não procedem do meio que ele ocupa, mas de suas disposições pessoais e dos progressos realizados. Embora com o perispírito opaco e envolto em trevas, o Espírito atrasado pode encontrar-se com a alma radiante cujo invólucro sutil se presta às delicadas sensações, às mais extensas vibrações. Cada um traz em si sua glória ou sua miséria.

A condição dos Espíritos na vida de além-túmulo, sua elevação, sua felicidade, tudo depende da respectiva faculdade de sentir e de perceber, que é sempre proporcional ao seu grau evolutivo.

Aqui mesmo, na Terra, vemos os gozos intelectuais aumentarem com a cultura do espírito. As obras literárias e artísticas, as belezas da civilização, as concepções sublimes do gênio humano são incompreensíveis ao selvagem e também a muitos dos nossos concidadãos. Assim, os Espíritos de ordem inferior, como cegos no meio da natureza resplandecente, ou como surdos em um concerto, permanecem Indiferentes e insensíveis diante das maravilhas do Infinito.

Esses Espíritos, envolvidos em fluídos espessos, sofrem as leis da atração e são inclinados para a matéria. Sob a Influência dos apetites grosseiros, as moléculas do seu corpo fluídico fecham-se às percepções externas e os tornam escravos das mesmas forças naturais que governam a Humanidade.

Não há que insistir neste fato, porque ele é o fundamento da ordem e da justiça universais.

As almas colocam-se e agrupam-se no espaço segundo o grau de pureza do seu respectivo invólucro; a condição do Espírito está em relação direta com a sua constituição fluídica, que é a própria obra, a resultante do seu passado e de todos os seus trabalhos. Determinando a sua própria situação, acham, depois, a recompensa que. merecem. Enquanto a alma purificada percorre a vasta e fulgente amplidão, repousa à vontade sobre os mundos e quase não vê limites ao seu vôo, o Espírito impuro não pode afastar-se da vizinhança dos globos materiais.

Entre esses estados extremos, numerosos graus permitem que Espíritos similares se agrupem e constituam verdadeiras sociedades do invisível. A comunhão de sentimentos, a harmonia de pensamentos, a Identidade de gostos, de vistas, de aspirações, aproximam e unem essas almas, de modo a formarem grandes famílias.

Sem fadigas, a vida do Espírito adiantado é essencialmente ativa. As distâncias não existem para ele, pois se transporta com a rapidez do pensamento. Seu Invólucro, semelhante a ténue vapor, adquiriu tal sutileza que o torna Invisível aos Espíritos inferiores. Vê, ouve, sente, percebe não mais pelos órgãos materiais que se interpõem entre nós e a Natureza, mas, sim, diretamente, sem intermediário, por todas as partes do seu ser. Suas percepções, por isso mesmo, são muito mais precisas e aumentadas que as nossas. O Espírito elevado desliza, por assim dizer, no seio de um oceano de sensações deliciosas. Constante variedade de quadros apresenta-se-lhe à vista, harmonias suaves acalentam-no e encantam; para ele, as cores são perfume, são sons. Entretanto, por mais agradáveis que sejam essas impressões, pode subtrair-se a elas, e, se lhe aprouver, recolher-se-á, envolvendo-se num véu fluídico e insulando-se no seio dos espaços.

O Espírito adiantado está liberto de todas as necessidades materiais. Para ele, não têm razão de ser a nutrição e o sono. Ao abandonar a Terra, deixa para sempre os vãos cuidados, os sobressaltos, todas as quimeras que envenenam a existência corpórea. Os Espíritos inferiores levam consigo para além do tümulo os hábitos, as necessidades, as preocupações materiais. Não podendo elevar-se acima da atmosfera terrestre, voltam a compartilhar a vida dos entes humanos, intrometem-se nas suas lutas, trabalhos e prazeres. Suas paixões, seus desejos, sempre vivazes e aguçados pelo permanente contacto da Humanidade, os acabrunham; a impossibilidade de os satisfazerem torna-se para eles causa de constantes torturas.

Os Espíritos não precisam da palavra para se fazerem compreender. O pensamento, refletindo-se no perispírito como imagem em espelho, permite-lhes permutarem suas idéias sem esforço, com uma rapidez vertiginosa. O Espírito elevado pode ler no cérebro do homem e conhecer os seus secretos desígnios. Nada lhe é oculto. Perscruta todos os mistérios da Natureza, pode explorar à vontade as entranhas do globo, o fundo dos oceanos, e assim apreciar os destroços das civilizações submersas. Atravessa os corpos por mais densos que sejam e vê abrirem-se diante de si os domínios impenetráveis à Humanidade.

Fonte:

DENIS, Léon. Depois da Morte: explicação da doutrina dos espíritos: solução científica e racional dos problemas da vida e da morte; Natureza e destino do ser humano; as vidas sucessivas/Léon Denis; Tradução de Maria Lucia Alcantara de Carvalho. - 3 ed. - Rio de Janeiro: CELD, 2008.

quinta-feira, 16 de dezembro de 2010

O Espírita e o Mundo Atual

Por José Herculano Pires

A Terra está passando por um período crítico de crescimento. Nosso pequenino mundo, fechado em concepções mesquinhas e acanhados limites, amadurece para o infinito. Suas fronteiras se abrem em todas as direções. Estamos às vésperas de uma Nova Terra e um Novo Céu, segundo as expressões do Apocalipse. O Espiritismo veio para ajudar a Terra nessa transição.

Procuremos, pois, compreender a nossa responsabilidade de espíritas, em todos os setores da vida contemporânea. Não somos espíritas por acaso, nem porque precisamos do auxílio dos Espíritos para a solução dos nossos problemas terrenos. Somos espíritas porque assumimos na vida espiritual graves responsabilidades para esta hora do mundo. Ajudemo-nos a nós mesmos, ampliando a nossa compreensão do sentido e da natureza do Espiritismo, de sua importante missão na Terra. E ajudemos o Espiritismo a cumpri-la.

O mundo atual está cheio de problemas e conflitos. O crescimento da população, o desenvolvimento econômico, o progresso cientifico, o aprimoramento técnico, e a profunda modificação das concepções da vida e do homem, colocam-nos diante de uma situação de assustadora instabilidade. As velhas religiões sentem-se abaladas até o mais fundo dos seus alicerces. Ameaçam ruir, ao impacto do avanço cientifico e da propagação do ceticismo. Descrentes dos velhos dogmas, os homens se voltam para a febre dos instintos, numa inútil tentativa de regressar à irresponsabilidade animal.

O espírita não escapa a essa explosão do instinto. Mas o Espiritismo não é uma velha religião nem uma concepção superada. É uma doutrina nova, que apareceu precisamente para alicerçar o futuro. Suas bases não são dogmáticas, mas cientificas, experimentais. Sua estrutura não é teológica, mas filosófica, apoiada na lógica mais rigorosa. Sua finalidade religiosa não se define pelas promessas e as ameaças da Teologia, mas pela consciência da liberdade humana e da responsabilidade espiritual de cada indivíduo, sujeita ao controle natural da lei de causa e efeito. O espírita não tem o direito de tremer e apavorar-se, nem de fugir aos seus deveres e entregar-se aos instintos. Seu dever é um só: lutar pela implantação do Reino de Deus na Terra.

Mas como lutar? Este livrinho procurou indicar, aos espíritas, várias maneiras de proceder nas circunstâncias da vida e em face dos múltiplos problemas da hora presente. Não se trata de oferecer um manual, com regras uniformes e rígidas, mas de apresentar o esboço de um roteiro, com base na experiência pessoal dos autores e na inspiração dos Espíritos que os auxiliaram a escrever estas páginas. A luta do espírita é incessante. As suas frentes de batalha começam no seu próprio íntimo e vão até os extremos limites do mundo exterior. Mas o espírita não está só, pois conta com o auxílio constante dos Espíritos do Senhor, que presidem à propagação e ao desenvolvimento do Espiritismo na Terra.

A maioria dos espíritas chegaram ao Espiritismo tangidos pela dor, pelo sofrimento físico ou moral, pela angústia de problemas e situações insolúveis. Mas, uma vez integrados na Doutrina, não podem e não devem continuar com as preocupações pessoais que motivaram a sua transformação conceptual. O Espiritismo lhes abriu a mente para uma compreensão inteiramente nova da realidade. É necessário que todos os espíritas procurem alimentar cada vez mais essa nova compreensão da vida e do mundo, através do estudo e da meditação. É necessário também que aprendam a usar a poderosa arma da prece, tão desmoralizada pelo automatismo habitual a que as religiões formalistas a relegaram.

A prece é a mais poderosa arma de que o espírita dispõe, como ensinou Kardec, como o proclamou Léon Denis e como o acentuou Miguel Vives. A prece verdadeira, brotada do íntimo, como a fonte límpida brota das entranhas da terra, é de um poder não calculado pelo homem. O espírita deve utilizar-se constantemente da prece. Ela lhe acalmará o coração inquieto e aclarará os caminhos do mundo. A própria ciência materialista está hoje provando o poder do pensamento e a sua capacidade de transmissão ao infinito. O pensamento empregado na prece leva ainda a carga emotiva dos mais puros e profundos sentimentos. O espírita já não pode duvidar do poder da prece, pregado pelo Espiritismo. Quando alguns "mestres" ocultistas ou espíritas desavisados chamarem a prece de muleta, o espírita convicto deve lembrar que o Cristo também a usava e também a ensinou. Abençoada muleta é essa, que o próprio Mestre dos Mestres não jogou à margem do caminho, em sua luminosa passagem pela Terra!

O espírita sabe que a morte não existe, que a dor não é uma vingança dos deuses ou um castigo de Deus, mas uma força de equilíbrio e uma lei de educação, como explicou Léon Denis. Sabe que a vida terrena é apenas um período de provas e expiações, em que o espírito imortal se aprimora, com vistas à vida verdadeira, que é a espiritual. Os problemas angustiantes do mundo atual não podem perturbá-lo. Ele está amparado, não numa fortaleza perecível, mas na segurança dinâmica da compreensão, do apercebimento constante da realidade viva que o rodeia e de que ele mesmo é parte integrante. As mudanças incessantes das coisas, que nos revelam a instabilidade do mundo, já não podem assustar o espírita, que conhece a lei de evolução. Como pode ele inquietar-se ou angustiar-se, diante do mundo atual?

O Espiritismo lhe ensina e demonstra que este mundo em que agora nos encontramos, longe de nos ameaçar com morte e destruição, acena-nos com ressurreição e vida nova. O espírita tem de enfrentar o mundo atual com a confiança que o Espiritismo lhe dá, essa confiança racional em Deus e nas suas leis admiráveis, que regem as constelações atômicas no seio da matéria e as constelações astrais no seio do infinito. O espírita não teme, porque conhece o processo da vida, em seus múltiplos aspectos, e sabe que o mal é um fenômeno relativo, que caracteriza os mundos inferiores. Sobre a sua cabeça rodam diariamente os mundos superiores, que o esperam na distância e que os próprios materialistas hoje procuram atingir com os seus foguetes e as suas sondas espaciais. Não são, portanto, mundos utópicos, ilusórios, mas realidades concretas do Universo visível.

Confiante em Deus, inteligência suprema do Universo e causa primária de todas as coisas, - poder supremo e indefinível, a que as religiões dogmáticas deram a aparência errônea da própria criatura humana, - o espírita não tem o que temer, desde que procure seguir os princípios sublimes da sua Doutrina. Deus é amor, escreveu o apóstolo João. Deus é a fonte do Bem e da Beleza, como afirmava Platão. Deus é aquela necessidade lógica a que se referia Descartes, que não podemos tirar do Universo sem que o Universo se desfaça. O espírita sabe que não tem apenas crenças, pois possui conhecimentos. E quem conhece não teme, pois só o desconhecido nos apavora.

O mundo atual é o campo de batalha do espírita. Mas é também a sua oficina, aquela oficina em que ele forja um mundo novo. Dia a dia ele deve bater a bigorna do futuro. A cada dia que passa, um pouco do trabalho estará feito. O espírita é o construtor do seu próprio futuro do mundo. Se o espírita recuar, se temer, se vacilar, pode comprometer a grande obra. Nada lhe deve perturbar o trabalho, na turbulenta mas promissora oficina do mundo atual.

Em resumo:

O espírita é o consciente construtor de uma nova forma de vida humana na Terra e de vida espiritual no Espaço; sua responsabilidade é proporcional ao seu conhecimento da realidade, que a Nova Revelação lhe deu; seu dever de enfrentar as dificuldades atuais, e transformá-las em novas oportunidades de progresso, não pode ser esquecido um momento sequer; espíritas, cumpramos o nosso dever!

quinta-feira, 25 de março de 2010

O Homem Novo

Por José Herculano Pires

Para construir um mundo novo precisamos de um homem novo. O mundo está cheio de erros e injustiças porque é a soma dos erros e injustiças dos homens.

Todos sabemos que temos de morrer, mas só nos preocupamos com o viver passageiro da Terra. Por isso, a humanidade desencarnada que nos rodeia é ainda mais sofredora e miserável que a encarnada a que pertencemos. “As filas de doentes que eu atendia na vida terrena — diz a mensagem de um espírito — continuam neste lado.”

Muita gente estranha que nas sessões espíritas se manifestem tantos espíritos sofredores. Seria de estranhar se apenas se manifestassem espíritos felizes. Basta olharmos ao nosso redor — e também para dentro de nós mesmos — para vermos de que barro é feita a criatura humana em nosso planeta. Fala-se muito em fraude e mistificação no Espiritismo, como se ambas não estivessem em toda parte, onde quer que exista uma criatura humana. Espíritos e médiuns que fraudam são nossos companheiros de plano evolutivo, nossos colegas de fraudes cotidianas.

O Espiritismo está na Terra, em cumprimento à promessa evangélica do Consolador, para consolar os aflitos e oferecer a verdade aos que anseiam por ela. Sua missão é transformar o homem para que o mundo se transforme. Há muita gente querendo fazer o contrário: mudar o mundo para mudar o homem.

O Espiritismo ensina que a transformação é conjunta e recíproca, mas tem de começar pelo homem.

Enquanto o homem não melhora, o mundo não se transforma. Inútil, pois, apelar para modificações superficiais. Temos de insistir na mudança essencial de nós mesmos.

O homem novo que nos dará um mundo novo é tão velho quanto os ensinos espirituais do mais remoto passado, renovados pelo Evangelho e revividos pelo Espiritismo.

Sem amor não há justiça e sem verdade não escaparemos à fraude, à mistificação, à mentira, à traição.

O trabalho espírita é a continuação natural e histórica do trabalho cristão que modificou o mundo antigo. Nossa luta é o bom combate do apóstolo Paulo: despertar as consciências e libertar o homem do egoísmo, da vaidade e da ganância.

Fonte: PIRES, Herculano. O Homem Novo.

quarta-feira, 30 de dezembro de 2009

Iniciando um novo ano

21:52 Posted by Fabiano Vidal , , , No comments
Toda vez que o ano vai chegando ao fim, parece que todos vamos manifestando cansaço maior.

Seja porque as festas se multipliquem (são formaturas, casamentos, jantares de empresas), seja porque já nos vamos preparando para as viagens de férias de logo mais.

De uma forma ou de outra, é comum se escutar as pessoas desabafarem dizendo que desejam mesmo que se acabe logo o ano.

Quem muito sofreu, deseja que ele se acabe e aguarda dias novos, de menos dores.

Quem perdeu amores, deseja que ele se acabe de vez, na ânsia de que os dias que virão consigam trazer esperanças ao coração esfacelado pelas ausências.

Quem está concluindo algum curso e deu o máximo de si, deseja que os meses que se anunciam cheguem logo, para descansar de tanto esforço.

E assim vai. Cada um vai pensando no ano que se finda no sentido de deixar algo para trás. Algo que não foi muito bom.

Naturalmente, muitos são os que vêem findar os dias do ano com contentamento, pois eles lhe foram propícios. Esses, almejam que os dias futuros reprisem esses valores de alegria, de afeto, de coisas positivas.

Ano velho, Ano Novo. São convenções marcadas pelo calendário humano, em função dos movimentos do planeta em torno do astro rei.

Contudo, psicologicamente, também nos remetem, sim, a um estado diferente.

Como Deus nada faz, em Sua sabedoria, sem um fim útil, também assim é com a questão do tempo como o convencionamos.

Cada dia é um novo dia. A noite nos fala de repouso. A madrugada nos anuncia oportunidade renovada.

Cada ano que finda nos convida a deixarmos para trás tudo de ruim, desagradável que já vivenciamos, permitindo-nos projetar planos para o futuro próximo.

Por tudo isso, por esta ensancha que a Divindade nos permite a cada 365 dias, nesta Terra, pense que você pode melhorar a sua vida no ano que se anuncia.

Comece por retirar de sua casa tudo que a atravanca. Libere-se daquelas coisas que você guarda nos armários, na garagem, no fundo do quintal.

Coisas que estão ali há muito tempo, que você guarda para usar um dia. Um dia que talvez nunca chegue. Pense há quanto tempo elas estão ali: meses, anos... esperando.

São roupas, calçados, livros, discos antigos, utensílios que você não usa há anos. Libere armários, espaços.

Coisas antigas, superadas são muito úteis em museus, para preservação da memória, da evolução da nossa História.

Doe o que possa e a quem seja mais útil.

Sinta o espaço vazio, sinta-se mais leve.

Depois, pense em quanta coisa inútil você guarda em seu coração, em sua mente.

Mágoas vividas, calúnias recebidas, mentiras que lhe roubaram a paz, traições que lhe deixaram doente, punhais amigos que lhe rasgaram as carnes da alma...

Alije tudo de si. Mentalmente, coloque tudo em um grande invólucro e imagine-se jogando nas águas correntes de um rio caudaloso que as levará para além, para o mar do esquecimento.

Deseje para si mesmo um Ano Novo diferente. E comece leve, sem essa carga pesada, que lhe destrói as possibilidades de felicidade.

Comece o novo ano olhando para frente, para o Alto. Estabeleça metas de felicidade e conquistas.

Você é filho de Deus e herdeiro do Seu amor, credor de felicidade.

Conquiste-a. Abandone as dores desnecessárias, pense no bem.

Mentalize as pessoas que são amigas, que o amam, lhe querem bem.

Programe-se para estar mais com elas, a fim de, fortalecido, alcançar objetivos nobres.

Comece o ano pensando em como você pode influenciar pessoas, ambientes, com sua ação positiva.

Programe-se para vencer. Programe-se para fazer ouvidos moucos aos que o desejam infelicitar e avance.

Programe-se para ser feliz. O dia surge. É Ano Novo. Siga para a luz, certo que com vontade firme, desejo de acertar, Jesus abençoará as suas disposições.

É Ano Novo. Pense novo. Pense grande. Seja feliz.

Fonte: Momento Espírita

terça-feira, 6 de outubro de 2009

Erraticidade e fantasias espirituais

Por Iso Jorge Teixeira

Natureza da vida depois da morte

O Espiritismo é uma Doutrina consoladora por excelência, ele demonstra por fatos patentes a imortalidade da alma, a sua individualidade após a morte e a necessidade de reencarnação para o aperfeiçoamento, pois somos perfectíveis. Todos esses princípios estão resumidos nas questões 149, 150, 152, 166, 166-a, 166-b, 166-c e 223 de O Livro dos Espíritos de ALLAN KARDEC.

Destino das Almas depois da morte

Que acontece com a alma após a morte? A dos bons irão para o céu e a dos maus para o inferno? Haveria um purgatório, um lugar determinado para a ascensão ao céu ou como preparativo para a reencarnação daquelas almas necessitadas de purificação?...

Essas perguntas, exceto a primeira, seriam respondidas com um sim pela maioria dos religiosos brasileiros... Inclusive DANTE ALIGHIERI em sua A Divina Comédia, descreve minuciosamente INFERNO, PURGATÓRIO e CÉU, de maneira genial, embora com os ensinamentos e os conhecimentos "científicos" e míticos medievais e o não menos genial GUSTAVO DORÉ ilustrou magistralmente tal obra, a bico-de-pena.

Curiosamente, alguns confrades sincretizam tais conceitos de céu, inferno e purgatório e admitem coisas semelhantes àquelas descritas n' A Divina Comédia – do obscurantismo medieval –dizendo que após a morte seremos encaminhados para um "Pronto - Socorro Espiritual" e daí, para "colônias espirituais". No entanto, não é isso que está explícito e implícito na Doutrina dos Espíritos; por isso, julgamos importante tratar aqui da questão básica relativa à erraticidade e dos Espíritos errantes...

Que seremos ao desencarnarmos?

Estamos encarnados na Terra para provas e expiações, por isso somos, na esmagadora maioria, Espíritos inferiores. Ao desencarnarmos seremos, na quase totalidade, Espíritos errantes e isso está bem claro na resposta à questão 224 de O Livro dos Espíritos de ALLAN KARDEC, ou seja, nos intervalos da encarnações a alma é um "Espírito errante, que aspira a um novo destino e o espera".

A erraticidade não é um sinal de inferioridade entre os Espíritos, pois estes ali existem em todos os graus (cf. resposta à questão 225, op.cit.), mas somente os Espíritos Puros não são errantes, pois seu estado é definitivo (cf. resposta à questão 226, op. cit.).

Enfim, Espíritos errantes são aqueles em trânsito, que esperam uma oportunidade de reencarnação em nosso planeta ou em outro... Embora possamos evoluir no estado errante – através do estudo do nosso passado e observando os lugares que percorrermos, ouvindo os homens esclarecidos e captando os conselhos dos espíritos mais elevados (cf. resposta à questão 227, op. cit.) –, é através da existência corpórea que pomos em prática as idéias adquiridas na erraticidade (resposta à questão 230 'in fine').

Ora, há uma série de livros mediúnicos em que aparecem Espíritos, com falsa modéstia indisfarçável, que se dizem "imperfeitos" e que estariam "ajudando os irmãozinhos encarnados", durante séculos na erraticidade. Como um deles, num Centro em que freqüentamos, que dizia ser o "pai Joaquim", que – após uma troca de idéias, preparatória, para uma sessão mediúnica –, dirigiu-se diretamente a nós, dizendo:

–– Dr., o Sr. tem preconceito contra os pretos - velhos?

Ao que respondemos, então:

–– É por não ter preconceito que não entendo porque o Sr. se intitula "pai Joaquim"!

Em seguida, ele fez uma longa explanação, aliás repetida em muitos Centros, de que a encarnação preferida dele foi a de um escravo, por isso se intitulava assim. E finalmente disse:

–– Estou aqui neste plano há mais de 300 anos, tenho muitas imperfeições, mas procuro ajudar os irmãozinhos encarnados.

Retrucamos, então:

–– Se está há tanto tempo aí, e com imperfeições, por que não reencarna?...

A seguir, ele (não sei se o Espírito ou o médium) mostrou-se desconcertado, hesitante, sem graça; tropeçou nas palavras e não trouxe nenhum ensinamento novo, somente frases – feitas...

Ou seja, determinados livros mediúnicos estão afastando cada vez mais as pessoas da Doutrina dos Espíritos, pois algumas excrescências doutrinárias são tidas como verdadeira Doutrina... As chamadas "colônias espirituais" são de existência questionável.

Há uma grande falha em nosso movimento espírita ao admitir que fiquemos, quase enclausurados em "colônias espirituais", a receber conselhos de Espíritos, como se aí estivéssemos encarnados, como naquelas imagens de DORÉ sobre a Divina Comédia de DANTE... Até um tal "vale dos suicidas" é creditado como verdadeira Doutrina dos Espíritos!... Contudo, nas obras de KARDEC não há a menor referência nem às colônias espirituais nem ao vale dos suicidas. Seria uma omissão imperdoável da Espiritualidade Superior!

Acreditamos em que, ao desencarnarmos, a nova vida é eminentemente espiritual, nada de mundos especiais, "cópias aperfeiçoadas dos objetos da Terra", como dizem alguns confrades. O mundo da erraticidade é um mundo de reflexão em que nos preparamos para uma nova encarnação, mas essa preparação não tem nada de material.

Alguns argumentam que aqueles Espíritos mais terra-a-terra não conseguiriam viver sem a matéria !!! Ora, se não conseguirem viver sem a matéria, ao desencarnarem não sairão daqui do orbe terrestre, é o que se infere do início da resposta à questão 232 de O Livro dos Espíritos, isto é:

"(...) Quando o Espírito deixou o corpo ainda não está completamente desligado da matéria e PERTENCE ao mundo em que viveu ou um mundo do mesmo grau(...)"– o destaque é nosso.

Espíritos superiores não podem reencarnar-se?

Nunca devemos esquecer-nos de que estamos rodeados de espíritos desencarnados, errantes, e são eles que nos dão boas ou más inspirações. Embora aqui na Terra predominem os maus espíritos, temos também Espíritos Superiores, em menor número, é o caso dos Espíritos – Guias de cada um de nós...

A propósito, é um sofisma afirmar-se que um Espírito Superior teria dificuldade de vir à Terra e seria impossível, em determinado caso, a sua reencarnação terrena; pois, argumentam, o seu fluido é muito diáfano para suportar os fluidos terrenos. Ora, o perispírito é extraído do planeta em que o indivíduo está encarnado (cf. questão 94, op. cit.) ou situado; obviamente, há variações individuais, mas a sua constituição é sempre a mesma para cada orbe.

A Doutrina dos Espíritos é bem clara neste aspecto, ela nos diz em relação aos Espíritos Superiores, os de segunda ordem: "Quando, por exceção, se encarnam na Terra, é para cumprir uma missão de progresso e, então, nos oferece o tipo de perfeição a que a humanidade pode aspirar neste mundo."(cf. item 111, 'in fine', de O Livro dos Espíritos). Um exemplo maravilhoso deste caso foi a encarnação de JESUS (cf. questão 625 , op. cit.) e a este respeito disse KARDEC:

"Jesus é para o homem o tipo de perfeição moral a que pode aspirar a humanidade na Terra(...)" (cf. Comentário ab initio à questão 625, op. cit.).

Sabemos que o assunto é polêmico em relação a JESUS, pois alguns julgam-no um Espírito Puro, de primeira ordem e, por isso, não mais sujeito à encarnação. Mesmo admitindo que JESUS seja um Espírito Puro, qual a impossibilidade de sua encarnação ?... Em nosso modo de entender não há nenhuma impossibilidade, tanto assim que ele reencarnou de fato e há provas disso. Mas não entraremos nesta discussão, pois não é o escopo deste estudo.

Enfim, na erraticidade não existe céu, inferno nem purgatório, em lugares determinados; eles existem sim, na consciência individual. Muitas vezes esses Espíritos atraem-se por sintonia, mas, como Espíritos não são capazes de formar quadrilhas, como do Comando Vermelho, Terceiro Comando, aqui da Terra. São espíritos cujo "inferno" consiste – quando renitentes no mal –, em não poderem por em prática os seus maus pendores e isto está bem claro na resposta à questão 970, 'in fine', de O Livro dos Espíritos:

"Desejam todos os gozos e não podem satisfazê-los. É isso que os tortura".

Muitos confrades temem os obsessores numa reunião mediúnica, alegando até que alguns são chefes de falanges infernais!... Mais importante que doutrinar o obsessor (o que é mais fácil) é levar o obsidiado a desprender-se da sintonia que o liga ao seu algoz, pois afinal de contas ambos são algozes - vítimas.

Epílogo

O Céu, o Inferno, o Purgatório, as Colônias espirituais, são fantasias espirituais sem nenhuma sustentação científico – doutrinária, são elucubrações místicas de Espíritos ainda apegados à matéria e de algumas pessoas simplórias que não conseguem conceber o mundo espiritual sem materialidade.

Ao desencarnarmos na Terra, um planeta inferior, por melhores que sejamos não atingiremos , imediatamente, a condição de Espíritos Puros e por mais obstinados que sejamos no mal, não ficaremos eternamente nessa condição de "legionários infernais", pois a Providência Divina nos dá o livre-arbítrio, propiciando-nos o arrependimento. A Lei Divina é Misericordiosa...

Iso Jorge Teixeira é Psiquiatra. Livre-Docente de Psicopatologia e Psiquiatria da Faculdade de Ciências Médicas (FCM) da Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ).

O Repouso Eterno

Sociedade de Paris, 13 de outubro de 1865 – Médium: Sr. Leymarie

Quando deixei o invólucro terreno, pronunciaram vários discursos sobre o meu túmulo, impregnados todos pela mesma idéia.

Sonnez, meu amigo, ides gozar do repouso eterno.

Alma, dizia o padre, repousai na contemplação divina.

Amigo, repetia o terceiro, dorme em paz, após uma vida de tantas realizações.

Enfim, era o repouso eterno contínuo, que ressaltava do fundo de tantos adeuses comoventes.

O repouso eterno! Que entendiam por esta expressão e pelas mesmas palavras continuamente repetidas, cada vez que um homem desaparecia na Terra e ia para o desconhecido?

Ah! meus amigos, dizeis que repousamos. Estranho erro! compreendeis o repouso à vossa maneira.

Olhai ao redor de vós: existe repouso? Neste momento as árvores vão despojar-se de seus envoltórios encantadores; tudo geme nesta estação; a Natureza parece preparar-se para a morte e, no entanto, se se procurar, achar-se-á a vida em preparação sob essa morte aparente; tudo se depura nesse grande laboratório terrestre: a seiva e a flor, o inseto e o fruto, tudo que deve adornar e fecundar.

Esta montanha, que parece ter uma imobilidade eterna, não repousa. As moléculas infinitas que a compõem realizam um trabalho enorme; umas tendem a se agregar, outras a se separar; e essa lenta transformação inicialmente causa espanto e depois admiração ao pesquisador que acha em tudo instintos diversos e mistérios a explorar.

E se a Terra assim se agita em suas entranhas, é que esse grande cadinho elabora e prepara o ar que respirais, os gases que devem sustentar a Natureza inteira.

É que ela imita os milhões de planetas que percebeis no espaço, e cujos movimentos diários, o trabalho contínuo, obedecem à vontade soberana.

Sua evolução é matemática, e se encerram outros elementos além dos que vos fazem agir, ide! crede-o, esses elementos trabalham a sua depuração, a sua perfeição. Sim, a sua perfeição; porque é a palavra eterna.

A perfeição é o objetivo e, para alcançá-lo, átomos, moléculas, seiva, minerais, árvores, animais, homens, planetas e Espíritos se empenham nesse movimento geral, que é admirável por sua diversidade, pois é harmonia. Todas as tendências visam ao mesmo objetivo, e esse objetivo é Deus, centro de toda atração.

Depois de minha partida da Terra, minha missão não está realizada. Busco e trabalho todos os dias; meu pensamento alargado abarca melhor o poder dirigente; sinto-me melhor fazendo o bem e, como eu, legiões inumeráveis de Espíritos preparam o futuro. Não acrediteis no repouso eterno! Os que pronunciam tais palavras não lhes compreendem o vazio. Vós todos que ouvis, podeis aniquilar o pensamento, forçá-lo ao repouso?

Oh! não; a vagabunda procura e procura sempre e não desagrada aos amáveis e úteis charlatães, que negam o Espírito e o seu poder. O Espírito existe, nós o provamos e o provaremos melhor quando chegar a hora. Nós lhes ensinaremos, a esses apóstolos da incredulidade, que o homem não é o nada, uma agregação de átomos reunidos ao acaso e destruídos da mesma forma. Nós lhes mostraremos o homem radiante por sua vontade e seu livre-arbítrio, senhor de seus destinos e elaborando na geena terrena o poder da ação necessária a outras vidas, a outras provas.

SONNEZ

Fonte: Revue Spirite (Revista Espírita) – novembro de 1865, “Dissertações Espíritas”. 2. ed. Rio de Janeiro: FEB, 2005. p. 467-469.